domingo, 17 de noviembre de 2019

Dos MILF y un Satisfyer


Madrid, noviembre de 2019

Cuando me desperecé miré el móvil, tenía varios whatsapp, uno de Sandra. Era una foto de ella disfrazada con unas niñas. El texto decía: “Noche de Halloween con mis sobrinas. ¿Tú hiciste algo especial? Al final no pude conectarme”. Contesté diciendo: “No, nada especial, lo de siempre, follar 😜” Ya tendría tiempo de explicarle la que había montado con Pareja10100 y su amiga Olga.
Ellos tres seguían durmiendo todavía. Me levanté y fui al baño. Procuré no hacer ruido pero vi que también se iban despertando, así que pedí que nos subiesen el desayuno a la habitación. Cruasanes, huevos revueltos, fruta, zumo de naranja y mucho café. Lo trajeron mientras me duchaba con Azucena. Miré y los dos albornoces estaban colgados en el baño. No sé quién abrió ni cómo lo hizo, porque el revoltijo de ropa que había en la habitación era considerable.
Después de desayunar ordenamos un poco el cuarto y pusimos las camas en su sitio. Vestirse fue un poco complicado. Encontrar la ropa. Yo tenía la mía en la bolsa de viaje pero ellos habían venido con lo puesto y ahora, misteriosamente, las bragas de las chicas no aparecían. Después de la que habíamos montado anoche no era raro. Bueno y también porque yo las había escondido debajo de un colchón. Esas dos se iban a casa sin bragas como que me llamo Alberto y soy fetichista.
Aún sabiendo que el culpable era yo, al final se dieron por vencidas y se pusieron el resto de la ropa. Me quedé terminando de recoger mis cosas y bajé a liquidar la cuenta del hotel. Antes de que me dijesen nada les advertí que la segunda noche había empleado las dos camas. La recepcionista me dijo “No se preocupe” con una mirada pícara. Eso no me lo cobró, pero con la cuenta del servicio de habitaciones y la del minibar creo que lo compensaron.
Poco después de las doce Azucena y Olga vinieron a buscarme con el coche. Me senté en la parte de atrás del Focus y fuimos bromeando hasta Madrid. Aun siendo puente no había mucha circulación, bueno sí, había mucha pero en sentido contrario. Nosotros teníamos nuestro lado de la autopista prácticamente despejado. Les indiqué el camino a mi casa y dejamos el coche en mi plaza de parking.
Abrieron los trolleys que llevaban y dejaron la ropa en la habitación que había dos camas. Con eso de ir al teatro habían traído muchas cosas. Comimos compartiendo un enorme cachopo y unas tapas en restaurante El Molinón, en el Paseo de la Florida, disfrutando de unas estupendas vistas de la Casa de Campo y Madrid Río, luego subimos a descansar un rato en casa. Era festivo y la función de El Rey León empezaba a las 18:00. El sofá del salón se convertía en una cama grande con respaldo, aunque era mucho más divertido utilizarlo como una gran “chaise longue”. Allí nos acomodamos hasta que se empezaron a arreglar. Estábamos a cinco minutos de la Gran Vía, así que teníamos tiempo. Cuando salieron, con sus elegantes vestidos y perfectamente maquilladas sólo pensé en lo que iba a disfrutar esa noche quitándoselos.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

¿Chuche o chocho?

Viene de: Pareja 10100

Toledo, octubre de 2019

A Juan le pone mucho que le cuente las fantasías que se me ocurren con Azucena, su mujer, sobre todo porque los dos sabemos que esas fantasías se pueden hacer realidad a poco que nos lo propongamos. Le encantó la historia de nuestro encuentro que plasmé en el blog y siempre me insistía a que escribiese algo más. Aquella noche que hablábamos por Skype lo volvimos a discutir.

- Tío, sabes que escribo sobre cosas que me han pasado. Una cosa es que fantasee con lo que haría con Azucena y otra cosa es que escriba una historia inventada. Eso no sé hacerlo.
- Pues vente un día y te la follas, sabes que a esta puta la tienes siempre dispuesta.
- Ufff, sí me encanta que sea tan caliente.
- Caliente contigo, cabronazo, que aquellos días que pasaste aquí te la ganaste y bien. A mí a veces me deja a palo seco.
- ¿Dónde está ahora?
- En el salón viendo la tele.
- Estás con el móvil ¿no?
- Sí ¿por?
- Hazme un favor. Vete al salón y ponte en un sitio que la puedas enfocar. Yo silencio el micro y te escribo. Tú haz lo que yo te diga.

Juan se sorprendió pero me hizo caso, se levantó y fue andando por la casa con el móvil en la mano. Las imágenes eran mareantes pero enseguida llegó al salón. Azucena estaba con un pijama corto tumbada boca arriba en el sofá, con las piernas flexionadas y abiertas.

- ¿Qué estás viendo? -preguntó él sentándose hábilmente en una butaca que había en el costado del sofá y desde el que se dominaba la entrepierna de Azucena ligeramente tapada por el pequeño pantalón del pijama, quedando la cabeza justo al otro extremo.
- Masterchef. ¿Quieres sentarte?.
- Dile que te gusta más lo que se ve desde ahí -le escribí, él se lo dijo y le siguió hablando siguiendo mis instrucciones .
- No gracias. Me gusta más lo que veo desde aquí.
- Bobo.
- Te lo digo en serio. ¿Puedes apartar un poco el pantalón para que te vea bien el chocho?
- No que lo tengo irritado. Al salir de la oficina he ido a que Olga me lo depilase y aún está un poco escocido.
- Pobre, a ver -dijo Juan apartando la pernera de la entrepierna sin hacer caso a su mujer- ufff, un poco rojo sí que está. ¿Te pongo crema?
- Déjame, no hace falta, Olga ya me puso, mañana ya estará bien.
- Pero quítate el pantalón que conviene que le de el aire.

Ella se lo quitó con desgana, alzando el culo y flexionando las piernas para poder pasarlo por los pies. Al hacerlo nos ofreció a Juan y a mí una estupenda perspectiva de su coño abierto, incluso del ano. Fue un poco inesperado y ella se dio cuenta de que su marido estaba haciendo algo raro con el móvil.

- ¿Qué haces? ¿No me estarás grabando?
- Oye, es buena idea, así te ves. Vuelve a alzar las piernas.
- Sé perfectamente cómo está. Déjame ver la tele.
- No, no -insistió él siguiendo mis instrucciones- que en el pliegue lo tienes rojito. Déjame que te lo enseñe.
- A ver, pesado -abrió las piernas más que nada porque la dejase en paz. Juan lo grabó y luego se lo enseñó.
- Eres un exagerado, está normal. Ya puedes ir borrando el vídeo ese.
- Bueno, lo tendré unos días, por si me tengo que hacer una paja en el curro.
- No quiero que todos tus amigotes acaben viéndolo ¿eh?
- Mujer, ya me conoces.
- Por eso te lo digo.

La conversación entre ellos quedó así, pero nosotros seguimos escribiendo mientras él me emitía la imagen de la entrepierna desnuda de su mujer.

- Alberto ¿por qué no me dejas que le diga que estoy en videoconferencia contigo? Sabes que le caes muy bien, te enseñaría el chocho y lo que le pidieses.
- Todavía no. Así es muy morboso. Verla sin que ella lo sepa… y me pone mucho cuando tú le pides cosas
- Joder, morbo sí que tiene la cosa. Estoy a mil.
- Ahora te la follas y ya.
- No querrá, que tiene el coño irritado.
- Pues por el culo.
- Qué fácil lo ves todo, jodío.
- Chico, pues estrenas el vídeo ¿qué quieres que te diga?
- ¡Qué cabronazo eres! -me dijo riéndose.
- Encima que te doy opciones… Bueno, pero mándame el vídeo ese antes de que te lo haga borrar.
- Hecho, pero vete pensando cómo te las arreglas porque Azucena necesita una buena historia.
- Una buena follada.
- Eso también pero últimamente no la veo muy motivada.
- Cambiar de gallo siempre ayuda.
- Tú arréglatelas como quieras pero escribe.
- Vale, vale, contaré esto y que tú estabas todo palote.
- Ya te digo, es que de imaginarme a la tal Olga depilándole el chocho, así las dos en plan putón y me pongo enfermo.
- ¿La conoces?
- ¿A Olga? Sí, Azucena y ella son amigas desde pequeñas.
- ¿Y está buena?
- Ufff sí, una morena de pelo rizado que me pone un montón.
- ¿Tiene el chocho rizado?
- ¿Eh? No, no, el chocho lo tiene depilado, la melena es la que tiene rizada, parece una leona.
- ¿Le has visto el chocho?
- No, ya me gustaría. Azucena me lo contó. Olga tiene una perfumería y allí hace depilaciones, sobre todo a amigas.
- Tienes que pedirle a tu mujer que te enseñe fotos guarrillas de Olga. Si se conocen de hace tiempo seguro que algo tienen ¿se hacen selfies?
- Uy sí. Cuando van de cena se ponen todo provocativas en la cámara.
- Pues seguro que en el baño o cuando se depilan también se hacen fotos. Pregúntaselo a Azucena, verás como no me equivoco.

Cuando nos despedimos me entretuve un buen rato con el vídeo que me había mandado. Un primer plano de la vulva que efectivamente tenía los labios un poco rojos. Con las piernas abiertas se veía perfectamente el clítoris y la entrada de la vagina. Era porno puro, pero lo que más me ponía era la cara de resignación de Azucena ante la insistencia de su marido.
Ese vídeo lo tendría que ver con ella y comentarlo. Aunque al principio se mosquease luego acabaríamos echando unas buenas risas. Me estaban entrando ganas de hacer otro viajecito a Toledo.