viernes, 19 de abril de 2019

Induciendo sueños

   Como ya he explicado aquí alguna vez, creo que sexualmente he sido muy precoz. Mis primeras experiencias fueron con mi prima. Yo con cinco años y ella con seis. Le miraba el culo y la tocaba. Luego ella introdujo una variante que encontré muy placentera. Desnudos nos abrazábamos y nos acariciábamos. Pienso que debió ver a sus padres en alguna ocasión, si no, no sé cómo se le ocurrieron esos roces. Yo era más básico, ella más emotiva.
El caso es que desde mi prima, sus amigas, mis vecinas, mi hermana y sus amigas… en mi infancia he jugado más a los médicos que al fútbol, mucho más.
Desde los ocho años tenía erecciones prolongadas que despistaban mucho a mi madre cuando me veía el bulto en el pantalón. ¿Tienes ganas de hacer pis?, ¿te duele? Me preguntaba cosas así y yo “no” sin entender demasiado por qué me preguntaba eso. Y deseando volver a irme a jugar con mis amiguitas.
Hasta los doce años no eyaculaba, así que esas erecciones que acompañaban mis juegos se “aflojaban” solas cuando pasábamos a jugar a otra cosa. Cuando ahora lo pienso no sé como conseguía superar la excitación jugando simplemente a otra cosa y sin tocarme el pene para nada. Bueno, porque en realidad no sabía que se podía hacer algo más.
A los doce años empecé a tener “poluciones nocturnas” a correrme mientras dormía. Las chicas experimentan esa fase de un modo distinto, pero yo no recordaba mis sueños, sólo despertarme con el pijama manchado.
Era muy inquietante. No sabía qué pasaba y no lo asociaba de ninguna manera a las experiencias eróticas de ese día.
Me obsesioné tanto que una vez me desperté en medio de un sueño, instantes antes de correrme. A la experiencia casi real que estaba viviendo en el sueño se le unió la del primer orgasmo consciente. Tampoco sabía muy bien lo que estaba pasando, si eso era normal o no, por lo que me preocupé un poco y no disfruté demasiado, pero me sirvió para asociar mi experiencia con las chicas con el orgasmo.
El resto de las noches me acostaba ya pensando en las chicas y me despertaba en el momento de correrme.
Me gustaba mirar como la polla se me contraía y salía el semen. Sólo me la miraba, no la tocaba.
La experiencia repetida me enseñó a disfrutar de esos orgasmos sin tocarme y eso condicionó parte de mi experiencia sexual.
Más tarde descubres que disfrutas mucho más con las pajas y mucho más si te las hace una chica, pero en ese momento es lo que había.
Nuestro cuerpo es muy listo y cuando dormimos desconecta la musculatura para no hacer lo que soñamos, correr, gritar, pegar… En pesadillas y situaciones así a veces intentamos gritar y a veces lo conseguimos, generalmente con mucho esfuerzo, pero lo normal es que nuestro cuerpo traduzca la experiencia física del sueño a experiencia mental. Eso pasa con los sueños eróticos, que experimentas placer sin despertarte, sin tocarte y muchas veces sin que lo recuerdes.
No es infrecuente aprender a despertarte cuando sueñas algo interesante, como la solución de un problema o algo así. O cuando soñando te dices, de esto me tengo que acordar al despertarme. Lo que no es normal es que un niño de doce años aprenda a despertase cuando se va a correr en un sueño erótico. En ese aspecto fui muy afortunado, siendo de esa manera que aprendí a tener sueños lúcidos y a controlarlos.
En ocasiones me gusta ser totalmente pasivo. Si me hacen una mamada por ejemplo, puedo no mover un músculo, casi no variar la respiración, tener toda mi sensación placentera enfocada en el pene y correrme en la boca sin previo aviso, los latidos de la polla son simultáneos a la eyaculación, como cuando me corría en sueños.
Esto ha generado una práctica sexual que hago con mi mujer. Cuando me voy a la cama, la mayoría de los días ella hace horas que ya duerme. Si yo voy cachondo la acaricio sin despertarla para que se ponga de costado dándome el culo. Con el pene le busco la abertura de la vagina y se la froto. Ella responde acercando más el culo. Como en pompa pero de costado.
Al frotarla se la humedece y así, como haciendo cucharita la penetro. La verdad es que sólo entra la punta, pero nos basta.
Con la punta del pene en la vulva de mi mujer dormida, pienso en lo que sea que me ha llevado cachondo a la cama y como en mis sueños de niño me corro sin tocarme, sin moverme, sólo pensando y sintiendo el calor de su vagina en mi punta.
Ella se da cuenta pero no se despierta, como cuando estás durmiendo y tu pareja se da la vuelta o se levanta. Te das cuenta pero sigues durmiendo.
Al principio, en cuanto se daba cuenta de mis maniobras se despertaba para participar, pero la convencí de que no hacía falta. Que íbamos a seguir follando igual de despiertos, pero que si me ponía cachondo de madrugada, bastaba con que me acercase el culo.
Bueno esto que te cuento así, nos ha llevado mucho tiempo de practica, porque se seguía despertando aunque no quisiese.
Ahora ella misma dice que vive esas situaciones como un sueño erótico. Habitualmente se acuesta en camisón, con el culo al aire, porque las situaciones que cuento son bastante frecuentes. Al día siguiente está súper cachonda y acabamos follando intensamente.
Por si te lo preguntas, en esas situaciones que meto la punta con ella dormida y sin moverme, normalmente eyaculo poca cantidad. De todos modos tenemos que usar un protector de colchón y ella cambia las sábanas al día siguiente. Yo opino que no hace falta.
Todo este rollo es para explicar porqué decía que mi mujer y yo esta noche habíamos tenido sueños eróticos y que Twitter es el causante.
Ayer por la noche tuve una conversación muy caliente por DM, con vídeo incluido. Me acosté tarde y muy cachondo. Tardé en correrme menos de lo habitual. Mi mujer también estaba a tono. Su coño me chupaba y esta mañana ha habido polvo antes de desayunar.


FIN


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