miércoles, 27 de mayo de 2020

Sexo en tiempos de coronavirus. Sexta semana


Madrid, abril de 2020

- ¿Qué es eso de que una trans te folló el culo? -me preguntó Raquel de sopetón.
- ¡Ah! Un compañero de facultad que se cambió de sexo. Fue algo sorprendente -contesté intentando quitarle importancia.

¡Mierda! Ya sabía yo que el otro día con Piluca me había ido de la lengua. Intenté recomponer la historia a toda prisa. Le dije que después de desaparecer una temporada mi amigo Carlos reapareció como Carla, una chica con cierto aspecto andrógino, más que nada por la corpulencia, pero eso la hacía tremendamente atractiva, por lo menos para mí.
Después del desconcierto inicial retomamos una relación basada en nuestra antigua amistad, pero que nos permitíamos algún revolcón que otro de vez en cuando, cosa que me daba muchísimo morbo. Así fue como entre otras cosas descubrí que mamar una polla me da muchísimas arcadas, sobre todo si se corren en mi boca, y que me resulta extremadamente desagradable la sensación de ocupación que me produce una polla en el recto, por mucho que me gustase la sensación de unos pezones duros rozándome la espalda.

- ¡Vamos no me jodas! -dijo Raquel- Así que todo lo que te encanta hacernos, a ti te da… asquito que lo hagan.
- Pues sí, lo admito.
- Con razón decía la Carla esa que no servías para…
- ¡Ya! Ya -la corté-. No importa que sigas.
- Así que follarme el culo sí. Correrte en mi boca sí, pero que te lo hagan a ti… nada de nada.
- ¿Preferirías que sí me gustase?
- No, no, pero me choca que lo que te encanta hacer, en cambio a ti no te gusta que te lo hagan.
- Con que te guste que te lo haga a ti me doy por satisfecho.

Con esas explicaciones Raquel se quedó tranquila y no tuve que contarle la verdadera historia de Carla, aunque ese episodio me dio una idea. El próximo jueves sería el día de Sant Jordi. Desde hace mucho tiempo manteníamos la tradición de regalarnos un libro y una rosa, aunque para ser puristas ella tenía que regalarme un libro y yo a ella una rosa. Bueno, en esta ocasión yo les regalaría un libro… y un capullo. De hecho esperaba que el libro les abriese las ganas de disfrutar del capullo.
Pero no iba a comprarles ningún libro. La historia de Carla y el interés que despertó en mi mujer me  animó a utilizar mis propios relatos para hacer con ellos un libro. La mayoría de los tenía publicados en el blog y los guardaba en formato pdf. También tenía muchos otros en borradores en mi ordenador, pero no me daría tiempo a tenerlos listos el jueves. Afortunadamente, con los que estaban en el blog ya tenía bastante material para hacer un librito interesante.
Utilizando el orden cronológico seleccioné Confieso que he pecado, Julita, Por el culo es petting, Marisa, Esther “la rubia”, Las fotos de Sonsoles, EspejismosUn polvo campestre e Induciendo sueños. Con esos sería suficiente. Constituían un relato de mi vida sexual, desde casi la infancia hasta la época de la universidad, bueno incluso alguna con Raquel. Pero a partir de ese momento había cosas que era mejor no contar… por ahora.
Pensé en imprimirlo todo y encuadernarlo. En casa podría haberlo hecho sin problemas pero aquí no tenía medios suficientes, así que me contenté con hacer un libro electrónico, muy bien presentado, eso sí. Cada historia tenía su cabecera ilustrada, incluso había una que podría emplear como portada del libro, así que lo único que tenía que hacer era preparar un índice, configurar los enlaces a cada relato y los correspondientes de vuelta a dicho índice.

Preparar ese regalo para el Sant Jordi erótico me excitaba bastante y me proporcionaba otras ideas. La principal se me ocurrió tuiteando. Entonces caí en que prácticamente cada día tiene una temática sexual y eso lo podíamos aprovechar:
A ver, que las dos últimas me las inventé. Pretendían ser mi aportación a la liturgia tuitera para cubrir un hueco incomprensible, pero para mi sorpresa resulta que existen de verdad.
Mientras cenábamos estuvimos comentando las noticias, la celebración de la feria de abril desde los balcones, el control de la distribución de mascarillas fijando un precio noventa y seis céntimos… en fin, la cruda realidad. Después les expliqué lo de los días en Twitter y que hoy, #LunesDeOjos, nos íbamos a excitar mirando. Ya sé que, la filosofía del hashtag no era esa pero decidí usarlo a mi conveniencia.

- ¿Mirando qué? -me preguntó Raquel.
- Pues algo que igual te sorprende -respondí buscando una página en la tablet.

La conecté a la tele para verlo mejor. En la pantalla apareció la página de aceptación de las condiciones de Chaturbate e inmediatamente las ventanitas de selección de chats. Elegí las que me gustaron más y luego abrí una de ellas.

- Ésta es la otra página de videochats que usabas ¿no? La americana -dijo Raquel.
- Hay unas tías buenísimas ¿son profesionales? -preguntó Toñi.
- Me temo que profesionales sí que son, pero tías… -respondí.

Las dos fueron incapaces de reprimir una exclamación cuando la rubia de rasgos eslavos de la pantalla dejó de acariciar sus torneados pechos y, como si me hubiese oído, enfocó la cámara hacia su entrepierna. Bajo la braguita semitransparente se notaba un bulto que ella acariciaba provocativamente acompañándose de unos insinuantes gemidos. Parecía que se estaba dando placer frotando un lush contra su clítoris, pero para deshacer cualquier equívoco se estiró la tela de la braga hacia arriba haciendo que por los lados apareciesen… dos testículos perfectamente depilados. “¡Joder!” exclamaron las dos casi al mismo tiempo cuando la chica se sacó de detrás de la tela un pene que para sí quisieran muchos que presumen de machotes.
Si algo me gusta de Chaturbate es su página de “trans”. Como decía Toñi, hay unas tías buenísimas y con una apariencia perfectamente “natural”. No me gustan las tetas operadas que parece que van a reventar de un momento a otro. Tampoco me gustan los tíos que se disfrazan de tías y conservan la fisonomía y rasgos masculinos, pero me dan muchísimo morbo las chicas que, haciendo gala de sus rasgos femeninos, poseen además un pene funcional. Me hacían recordar, casi con nostalgia, las erecciones que tenía Carla cuando le follaba el culo y el movimiento rítmico que se transmitía por su cuerpo cuando se masturbaba enérgicamente para eyacular al mismo tiempo que yo.
Abrí varias pantallas al mismo tiempo y nos fuimos sumergiendo en su morbo. La que quizás llamaba más la atención de las chicas era la de una trans que follaba el culo de su pareja, un chico musculoso que ponía cara de circunstancias. Lo chocante de la escena era que parecía más lógico que el chico follase a la trans, pero en cambio era morbosamente al revés.

- No sé, pensaba que con las hormonas que se deben poner se les quedaría la polla colgandera, pero ésta tiene una buena tranca -comentó Toñi al mismo tiempo que se empezó a tocar descuidadamente la entrepierna.

En las otras cámaras que seleccioné había chicas guapísimas con la polla en distinta fase de excitación, parejas de chicas que se mamaban mutuamente el pene y algunas follando en diferentes posturas. Toñi me pidió la tablet y ella y Raquel fueron abriendo las pantallas que más les llamaban la atención. La belleza de los cuerpos las atrajo casi tanto como a mí. Esos atractivos penes insertos en unos no menos atractivos cuerpos de mujer te hacían tener la sensación de estar contemplando “lo mejor de ambos mundos” y la primera vez que caes en eso te atrapa.
Aprovechando que ellas tenían la tablet, me desnudé para romper el hielo y me volví a sentar a su lado, recostándome en el sillón para contemplar las imágenes mientras me tocaba. Mi hermana se acabó quitando las bragas al cabo de un rato. En un momento Raquel nos miró a Toñi y a mí, como si estuviese sorprendida de ser la única que permanecía vestida del todo. Lo solucionó en un instante y se volvió a sentar haciéndose un hueco con el culo entre nosotros. Inmediatamente me apoyé en su piel y con una mano busqué su entrepierna para acariciarla.
Mi hermana manejaba la tablet llevándonos de una pantalla a otra en una secuencia que combinaba curiosidad y morbo. Al final seleccionó cuatro chats que quedaron fijos en la pantalla dividida de la televisión. Dejó la tablet en la mesa y los tres nos quedamos viendo las imágenes. Yo no podía evitar recordar mi propia experiencia con Carla. Cómo follaba a su novia, mientras se besaban y se rozaban los pechos de las dos. Esa imagen que ahora también veíamos en una de las pantallas parecía ser una de las que más llamaba la atención de las chicas. Ver a dos lesbianas follando de verdad, porque una tenía polla, era una escena de la que se derivaban unas posibilidades sorprendentes.
Seguro que Raquel y Toñi pensaban que yo me sentía más atraído por otras dos pantallas en las que las respectivas chicas trans follaban en ano de sus parejas en la postura del “perrito”. Era cierto que me identificaba con las dos y ambas me traían recuerdos, pero la verdad es que a la que más atención prestaba era otra en la que estaba una chica de unos treinta años que, sentada cómodamente en un sillón, charlaba con sorprendente naturalidad y coquetería. Sus diálogos con la cámara, con unos ojos vivos y a la vez tiernos, hacían inevitable sentirte atraído por ella. Chloe, que así decía que se llamaba, sabía perfectamente qué gestos suyos incrementaban el sentimiento de atracción de quien la contemplaba y los empleaba con total maestría, tanto cuando miraba como cuando se levantaba y dejaba ver totalmente su cuerpo, en el que evidentemente destacaba un pene de aspecto delicado, quizás simplemente porque no estaba erecto.

- ¿Sigues teniendo contacto con Carla? -me preguntó Toñi.
- Hace años que no hablamos pero sí, tengo su teléfono ¿Qué queréis? ¿Que la llame? -pregunté mirando sobre todo a Raquel. No estaba seguro de cuál sería su reacción. Siendo optimista, igual le había dado tanto morbo que quería probarlo. Siendo pesimista, igual esto le parecía demasiado amenazador, algo con lo que no podía competir.
- Es que se me ha despertado interés por este mundillo y ya que conoces a alguien… -contestó Toñi. Raquel seguía mirando la pantalla sin decir nada.
- Carla es una persona muy abierta. La puedo llamar. Charlamos con ella y vemos qué surge.
- Hay una cosa que me choca -dijo Toñi-. Ella nace hombre, se siente mujer, se opera para serlo y cuando lo consigue va y se enrolla con una tía… para eso igual hubiese sido mejor que no se hubiese metido en todo ese lío ¿no?
- Es cierto, a mí también me chocó la primera vez que hablé con ella como chica. Aunque yo no lo sabía, Carlos era un hombre bisexual. Cuando se transformó pasó a ser una mujer bisexual. Sus gustos no cambiaron pero en cambio su nueva condición fue mejor aceptada por mujeres que por hombres. No es raro que acabase enrollada con una chica.
- No me considero voyeur, pero yo misma estoy extrañada de lo atrayente que me está resultando mirar a esas dos chicas trans haciendo el amor -confesó en ese momento Raquel señalando una de las cámaras. Parecía estar saliendo de un trance.
- Sí, atrayente por lo morboso -puntualizó Toñi.
- Tenéis razón -admití-, pero en cuanto a lo que es morbosamente impactante, aún recuerdo la sensación que me produjo hace años ver follar en una peli vintage a dos chicas hermafroditas.
- ¿Hermafroditas? -se extrañaron las dos.
- Sí. Dejadme un momento a ver si la encuentro -dije poniéndome a buscar en la tablet-. Eran dos chicas muy guapas, estética años ochenta, pero que debajo del pene no tenían testículos como las trans, sino los labios de una vagina. Así su pene era como si fuese un clítoris hiper desarrollado, lo que en realidad constituía un aparato genital doble.
- Ufff, no sé si me gustaría ver eso -dijo Toñi con aire escéptico mientras Raquel asentía.
- A ver, yo lo recuerdo como un vídeo erótico y nada gore. Quizás las chicas también se habían operado para resultar más atractivas y hacer carrera en el porno. Pero lo que me dejó impactado fue una escena de doble penetración.
- ¿Cómo doble penetración? -preguntó Raquel.
- Sí, cada una tiene pene y vagina, pues en un momento hacen una especie de tijerita en la que el pene de la una folla la vagina de la otra… y viceversa. Esperad, creo que he encontrado el vídeo, a ver si es este.

En la tele aparecieron las imágenes. Dos chicas rubias se acariciaban y se besaban en la cama. Al principio bastante normal y muy años ochenta, pero al quitarse la ropa empezaron a pasar cosas. Raquel y Toñi miraban la pantalla frunciendo el ceño, intentando dilucidar con detalle lo que estaban viendo y eso que las había avisado. Los genitales de las dos actrices estaban cubiertos del vello púbico típico de la época y al acariciarse la vulva, de entre los pliegues de carne rosada sobresalía algo que parecía un gran clítoris, que acariciaban y besaban como el pene que en realidad era. Después de haber visto los genitales de las trans estos eran como una consecuencia lógica, una variante más de la sexualidad humana que no por infrecuente dejaba de ser atractiva.



La prueba de que les gustaba lo que veían era que las dos se habían vuelto a tocar. Era una especie de acto reflejo que habían adquirido estos días, acariciarse cuando algo las excitaba. Me mantuve a la expectativa, aunque haciendo lo mismo. Habían pasado muchos años desde que no veía esas imágenes y también me apetecía volver a verlas, pero cuando ya recordé el argumento y sabía lo que iba a pasar en el film, decidí aprovechar el momento de excitación de las chicas.
Raquel parecía muy ensimismada en las imágenes así que me arrodillé entre las piernas de Toñi, le pedí que acercase el culo al borde del sofá y empecé a besarle suavemente los labios de la vulva mientras ella me acariciaba la cabeza. Poco a poco noté cómo su entrepierna se humedecía y ella agradecía los leves roces de mi boca abriéndose de piernas y apretándome la cabeza con las manos.
Me apoyé en sus muslos y lentamente, para completar la estimulación visual que estaba recibiendo y no estorbarla, me abrí paso con la punta de la lengua entre los labios de la vulva. Ella echó el cuerpo más hacia adelante para favorecer mis maniobras y sus manos siguieron acariciando suavemente mi cabello. Sin prisas, disfrutando el momento.
Su respiración se fue agitando y sus jadeos llevaban el ritmo de mi lengua. Ahora lo del vídeo había quedado en segundo plano, o quizás había terminado, porque noté cómo Raquel se levantaba del sofá y se ponía detrás de mí. Pensé que igual me hacía un masaje prostático, como el otro día.
Me separó las piernas y noté que se tumbaba entre ellas. Supe que estaba boca arriba, me lo confirmó su respiración agitada, más fruto de la excitación que del esfuerzo. Sentía su aliento cálido en la piel sudada de mis muslos, sobre todo cuando se seguía arrastrando debajo de mí hasta que al final me rozó la polla con la cara. 
Agarró el pene con la mano y se metió el glande en la boca. Sus labios lo rodearon y su lengua empezó a jugar con mi piel sensible. Sorbió suavemente y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Incluso Toñi lo notó porque me acarició el pelo como si quisiese calmarme.
Repuesto de la sorpresa me concentré en lamer el coño de mi hermana dejando que la excitación fuese subiendo poco a poco. La humedad de la vulva era una buena señal. Se había incrementado notablemente, lo mismo que sus gemidos, que ahora llenaban la habitación. Aunque noté que no sólo eran de Toñi. Raquel también estaba jadeando profundamente. Mientras que me lamía el glande, ella se estaba masturbando con las manos. Sólo de imaginarme la escena subió notablemente mi excitación y mi polla volvió a dar un respingo que también notaron Toñi, sentada en el sofá y Raquel tumbada entre mis piernas. Nuestros tres cuerpos estaban conectados por una corriente de placer.
Mordí el clítoris y lo sorbí. Con la lengua lo froté entre los dientes. Estaba duro y también palpitaba bajo mis caricias. Toñi arqueó su cuerpo apoyando los hombros en el respaldo del sofá. Su entrepierna se pegó a mi cara y el sabor de sus fluidos vaginales inundó mi cara. Volví a morderle el clítoris, esta vez con más fuerza y un bramido surgió de su garganta. Era un rugido ininteligible pero al final tomó aire y vocalizó “¡cabrón!” mientras apretaba con fuerza mi cabeza contra su entrepierna.
Me costaba respirar, cada vez que intentaba tomar aire mi boca se llenaba de sus jugos. Dejé de morder y al aflojar la presión ella lo hizo también. Así pude respirar por la nariz filtrando el aire entre su vello púbico. En cuanto me recuperé un poco volví a trabajarle el clítoris pero sólo con la lengua, lamiéndolo y presionándolo con la punta. Toñi gemía ahora placenteramente mientras me acariciaba el pelo sin apretarme.
La que había pasado a jadear más agitadamente era Raquel. Se debería estar masturbando con ambas manos. Evidentemente no lo veía pero percibía su cuerpo temblando sobre el parquet. Lo que sí sentía perfectamente eran sus labios sorbiéndome el glande. Sin emplear las manos, por mucha energía que pusiese, la sensación era suave y placentera. Su lengua me acariciaba la piel del capullo, que estaba muy sensible, aunque la sensación que provocaba en él era muy plácida. Casi parecía como si me fuese a correr en sueños… si no fuese, claro, por la paliza que me estaba dando Toñi en la cara.
Mi hermana estaba a punto de correrse y necesitaba una estimulación enérgica, pero se abstuvo de apretarme la cabeza como antes para no asfixiarme, sabía que sus jadeos eran suficientes para hacerme saber lo que necesitaba. Me agarré a sus muslos y le sujeté el clítoris entre los dientes, sin apretar apenas, únicamente con la suficiente presión para que no se me escapase cuando lo frotaba con la lengua.
Sólo tuve que sorber un poco más con los labios y las caderas de Toñi empezaron a temblar. Bramó mientras me acariciaba el cabello y una nueva oleada de sabor salado me indicó que se estaba corriendo.
Sus gemidos terminaron de excitar a Raquel. A juzgar por los golpeteos de su cuerpo contra el suelo y su respiración agitada, también se estaba corriendo. Por la energía que se adivinaba debería tener las yemas de los dedos arrugadas y el clítoris en carne viva. Se corrió golpeándose las nalgas en el suelo y aferrándose a mi capullo con los labios y alzando la cabeza para introducirse el pene en la boca. Lo sorbió con tal ímpetu que con un par de movimientos eyaculé en su garganta.
Nos quedamos los tres exhaustos, unos encima de otros. Cuando nos recuperamos fui a por unas cervezas y mientras bebíamos Raquel hizo un comentario con cierto sarcasmo.

- Pensé que lo del #LunesDeOjos implicaba sólo una actividad visual.
- Bueno, os dije que nos íbamos a excitar mirando -contesté.
- Y no nos engañaste -confirmó Toñi.

Puede parecer frívolo pero esas chorradas nos ayudaban a evadirnos de la cruda realidad de los cientos de fallecidos diarios por el puto coronavirus. Era nuestra versión particular y sexual de los memes que circulaban por las redes. Ahora los sevillanos que se preguntaban por qué no se podía hacer la Feria de Abril como siempre, ya que el gobierno había asegurado la distribución de mascarillas a un precio fijo. Bueno, el que no se lo preguntaba era el Principe Gitano que acababa de fallecer. Su versión de “In the ghetto” siempre ocupó y lugar especial en mi playlist Q3 (léase cutres) y ahora lo hacía en la más seria “Las canciones de Zas Candil”, que me permito recomendaros encarecidamente, sobre todo cuando leáis este blog.

En cuanto a lo que chorradas se refiere, el #MartesDeTetas me hicieron una prueba. Me tumbaron en la cama con los ojos vendados y arrodilladas a mi lado fueron rozando los pezones en mi cara. Tenía que adivinar cuándo era cada una. Creo que no lo tenía muy difícil. Toñi tiene más pecho que Raquel, las areolas más grandes y los pezones menos pronunciados. Cuando se excitaba apenas eran mayores que un garbanzo. Raquel, aunque estaba bien servida, tenía menos pecho que mi hermana, unas tetas mas puntiagudas, con unas areolas mas oscuras y pequeñas, pero que cuando se excitaba terminaban en un pezón prominente.
Parecía fácil ¿verdad? Pues os diré que en realidad no lo fue y que el premio por acertar, una cubana en honor al día en que estábamos, me lo hicieron sudar.
Apenas me rozaban con los pezones la punta de la nariz y casi no podía tocarlos con la lengua. Cuando los lamí estaban duros, pero al no poder meterlos en la boca no podía apreciar la diferencia de tamaño y forma. Casi me daban más pistas los sonidos de su respiración nerviosa y el olor que apreciaba cuando se acercaban para rozarme la boca. Entre unas cosas y otras creí estar seguro de cuáles eran los pezones de cada una, aunque tardé en dar la respuesta para alargar el momento de cachondeo que la prueba había generado.
Al final emití mi veredicto y… acerté. Para cobrarme el premio Toñi, que es la que tiene las tetas más adecuadas para hacer una cubana, se tendió el la cama y yo me puse con una rodilla a cada lado de su cuerpo y con la polla entre sus pechos. Ella la apretó entre ambos y empezó a moverlos adelante y atrás masturbándome con ellos al mismo tiempo que de vez en cuando alzaba la cabeza y me lamía el glande.
Raquel, sentada a nuestro lado ensayaba sus recientes habilidades en el tema del masaje prostático. Con un dedo en mi culo me acariciaba delicadamente el “punto p” aprovechando los movimientos con los que yo intentaba maximizar el placer que Toñi me procuraba con las tetas.
Escupí entre ellas para aumentar la humedad. Entonces el entorno fue perfecto. Una calidez viscosa me envolvía el pene estimulándolo arriba y abajo. La lengua me acariciaba en glande y un dedo me masajeaba la próstata. Me corrí llenando de semen la cara de Toñi, que cerraba los ojos y arrugaba la nariz para que el líquido no se le metiese. Fue el mejor #MartesDeTetas que recuerdo.
Ellas me aseguraron que no necesitaban correrse, incluso Raquel decía que desde el lunes tenía el coño en carne viva. Bueno, la verdad es que los tres estábamos bastante bien follados y más que hacerlo por necesidad lo nuestro era vicio y una manera de pasar el rato.

El miércoles las chicas parecían algo alborotadas. No sé qué cuchicheaban. Raquel me preguntó que cuándo me iba a duchar y le dije que pensaba ir a comprar al súper y a la vuelta lo haría. Se encogió de hombros y me dijo que ella se ducharía ahora aprovechando que Toñi también lo iba a hacer. “Hummmmm, una ducha de chicas” malpensé yo.
Me quedé en el salón leyendo las noticias en la tablet mientras me tomaba el segundo café. Nada muy interesante. Bueno al alcalde de Badalona le habían pillado conduciendo borracho y saltándose el confinamiento. Era del PSOE pero me da igual el partido, no me fío de los políticos.
Al cabo de un rato, no mucho, llegaron las dos mirándome con aire travieso. No parecía que en la ducha les hubiese dado tiempo para muchas maldades. En todo caso venían con ganas de guerra.

- ¿Sabes que hoy es #MiércolesDeCulos, no? -me preguntó Raquel.
- ¡Coño! Sí que os lo habéis aprendido bien -respondí yo.
- Ayer nos conociste por las tetas ¿hoy serás capaz de reconocernos por el culo? -preguntó Toñi.
- Me ofende que lo dudéis.
- Yo no estaría tan seguro -replicó Toñi.
- Ponedme a prueba. Si ayer el premio fue una “cubana” hoy qué será ¿un “griego”?
- No estés tan seguro de ganar. Túmbate en el suelo.

Ya eso me mosqueó. Pensé que tendría que tocarles el culo con los ojos cerrados y estaba seguro de diferenciarlos. El de Toñi era más grande y el de Raquel más prieto. Les tenía bien tomadas las medidas a las dos, pero… ¿para qué tumbarme?

- Te vamos a acercar el culo a la cara, primero una y luego la otra. Los tienes que reconocer con los ojos vendados -explicó Toñi.
- ¿No puedo tocar?
- Con las manos no -contestó Raquel.

¡Menudas tramposas! Me iban a poner el culo encima. ¿Las iba a tener que reconocer por el olor, como los perritos? Joder que guarrillas se me habían vuelto las chicas.
Bueno, me vendaron los ojos y me tumbé en el suelo. Oí cómo se quitaban el albornoz y la toalla que respectivamente llevaban. Escuché que comentaban algo y percibí cómo se colocaban a ambos lados de mi cabeza. Luego supe que eran los pies de una de ellas que se estaba preparando para agacharse en cuclillas encima de mí hasta sentarse literalmente en la cara.
Al principio no imaginé que fuesen a hacer eso y me despisté, pero inmediatamente me sobrepuse a la sorpresa y me di cuenta de que me habían colocado la cara entre las nalgas haciendo un “facesitting”. ¡Joder! Lo de guarrillas se quedaba corto, la vuelta a la normalidad con estas dos iba a ser complicada.
Aunque Toñi tenía el culo más grande, una vez se te sientan en la cara resulta complicado diferenciarlos. Por una parte juraría que tenía encima a mi hermana, pero por otra… el perfume del gel de ducha era inequívocamente el de Raquel, aunque se acababan de duchar juntas y probablemente habían usado el mismo gel. 
A pesar de que se mantenía en cuclillas para no pesarme, alcé la cabeza lo justo para alcanzar los labios de la vulva y morderlos para provocar un gemido o algo que me confirmase que era Toñi. Lo que provoqué fue un manotazo en los huevos que me hizo desistir inmediatamente.

- Creo que ya sé quién es pero necesito que se ponga la otra para confirmar -dije sofocadamente al culo de la que fuera.

Se levantó una y se sentó la otra. Aproveche ese breve instante para respirar profundamente y abanicarme con la mano para quitarme el olor que tenía en la cara. Cuando tuve otra vez el culo encima volví a concentrarme en el olor. Esta vez definitivamente no era el perfume del gel de Raquel. Es más, me resultó familiar aunque no tan conocido. Debía ser el de Toñi. En cambio ahora tenía la sensación de tener encima a mi mujer. Era un pálpito, no lo podía asegurar pero al final llegué a la conclusión de cada una se había duchado con el gel de la otra para confundirme, así que al final dije lo contrario de lo que me indicaba mi sentido olfativo… y acerté.

- ¿Pero cómo te has dado cuenta? -preguntó Raquel- ¿Tú sabes el tiempo que me he tenido que frotar con el gel flores de ésta?
- Conociéndoos sabía que no me lo ibais a poner fácil, así que casi por intuición he contestado lo contrario de lo obvio
- Confiesa que follar, follas, pero te estamos haciendo trabajar el coco ¿eh? -pidió Raquel.
- Sí, sí, nada de “llegar y besar el santo” -añadió Toñi riendo.
- Bueno, en este caso sería “nada de llegar y follar el culo” -aclaré riendo.
- Hablando de follar… a mí en esta ocasión me vais a disculpar -dijo Raquel-. Todavía tengo “los bajos” irritados.
- ¿El culo también? -pregunté sin poder ocultar mi desilusión.
- Todo repercute -confirmó ella-. Si antes me llegas a morder el coño a mí la hostia que te llevas es pequeña.
- Pobre -se compadeció Toñi-. Túmbate aquí que te voy a hacer un “cura sana” con la lengüita.

Raquel sonrió, se quitó la toalla que se había vuelto a poner alrededor de las tetas y se tumbó abriendo las piernas. Al separarse los labios de la vulva hizo un gesto de alivio por el frescor repentino. La verdad es que el lunes con el calentón se hizo una buena escabechina masturbándose como una quinceañera.
Toñi se quitó el albornoz y se arrodilló entre las piernas de mi mujer. Le sopló los labios, escupió en ellos y luego empezó a lamerlos cuidadosamente provocando gestos de satisfacción en la cara de Raquel.
Al cabo del rato y viendo que yo me había quedado hipnotizado mirándolas, Toñi me preguntó señalándome su culo en pompa “¿Y tú qué? ¿No te vas a cobrar tu premio?
A pesar de la invitación no me precipité. Siempre me gusta ver a dos chicas montándoselo así que disfruté el momento. Mi hermana tiene a gala poseer una lengua privilegiada para el sexo. Los que me conocéis ya sabéis que puedo dar fe de ello, pero en esta ocasión era la castigada vulva de mi mujer la que se estaba beneficiando de sus habilidades. Su cara lo decía todo. Hablo de esa increíble mezcla de alivio y placer que sientes cuando el éxtasis sustituye al dolor. Respiraba ampliamente. Su pecho subía y bajaba al compás de los profundos jadeos pero sus caderas permanecían aparentemente relajadas recibiendo la balsámica estimulación de la lengua de Toñi.
Me puse detrás de mi hermana. Le abrí las nalgas, le escupí en el ano y empecé a jugar en él con las yemas de los dedos. El esfínter se dilató con facilidad a medida que lo iba penetrando. Toñi abrió más las piernas, estaba deseando tenerme dentro. Gimió cuando le introduje el glande. Noté cómo el esfínter se cernía entorno a él mientras Toñi exhalaba un suspiro en la vulva de Raquel. 
Fui apretándome a las nalgas de mi hermana a medida que le introducía el pene hasta que mis testículos quedaron totalmente aplastados. Me agarré a sus caderas y ondulando las mías froté la polla contra las paredes de su vagina mientras entraba y salía de ella a un ritmo cada vez más creciente. Cuando me apretaba hacia abajo para estimularle el clítoris notaba que ella, con sus dedos, también lo estaba haciendo al mismo tiempo que con la lengua seguía consolando, en todos los sentidos, el coño de Raquel.
Mirar a mi mujer era altamente excitante. Tenía los ojos cerrados. Su cabeza se movía suavemente meciéndose por las oleadas de placer que brotaban de su entrepierna. Abría los brazos y sus manos buscaban algo a lo que agarrarse. Lo acababan haciendo al borde del sofá, pero luego terminaban acariciando agradecidamente la melena de Toñi.
Sólo al final, cuando estaba a punto de correrse, Raquel cedió al arrebato de placer y su cuerpo empezó a temblar. Sus manos agarraron con fuerza la cabeza de Toñi y la apretaron contra su sexo mientras sus jadeos se transformaron en gemidos profundos y cargados de deseo. Se corrió tensando su cuerpo y alzando la cadera para apretarse a la cara de Toñi.
Mi hermana respondió incrementando sus lametones con una activación que se transmitió por todo su cuerpo. El esfínter se cerró más aún alrededor de mi miembro provocándome el característico hormigueo cada vez que el glande pasaba por allí. Incrementé las sacudidas de cadera golpeándome contra sus nalgas, provocando un rítmico palmoteo que acompañaba nuestros cada vez más sonoros gemidos.
Aunque la polla se podía hundir perfectamente en el culo hasta que los testículos se me aplastaban contra las nalgas, me centré en el borde del glande. Lo froté una y otra vez en el tenso esfínter hasta que los calambres que nacían en la base de la nuca  acabaron erizándome el vello. Una repentina ráfaga de aire me hizo notar que estaba totalmente sudado. En ese momento, como si tuviese vida propia, la cintura empezó a moverse frenéticamente y cuando estaba a punto de correrme un profundo gemido ahogado me sacó de mi ensueño. Toñi se corrió apretándose contra la entrepierna de Raquel y cerrando con fuerza el esfínter alrededor de mi polla. Yo me corrí en medio de una penetración profunda mientras mis dedos se quedaban blancos apretando las nalgas de mi hermana.

El jueves 23 no pudimos salir a visitar librerías ni a recorrer los puestos callejeros. Los tres añorábamos pasar Sant Jordi en la calle acumulando libros en bolsas de plástico de las que salían innumerables capullos de rosa. En lugar de eso nos contentamos con ver los nostálgicos reportajes de la celebración de otros años, aunque con muchísima ilusión yo había cargado en sus respectivas tablets la primera parte de la edición digital de “Las historias de ZasCandil”.
He de confesar que no había quedado nada mal y que como libro electrónico no tenía nada que envidiar a los muchos que poseía. Éste además tenía la ventaja de narrar hechos que nos eran familiares y que, sobre todo a Toñi, no nos costaba revivir. Leímos un poco en diagonal algunas historias que conocían menos. Mi hermana se sorprendió del muchísimo partido que sacaba a la casa de mis padres cuando me quedaba solo los fines de semana y aprovechaba para invitar a mis compañeras de la facultad. A mi mujer pareció chocarle más la adaptación de la mitología de La Pedriza, especialmente la leyenda del Cancho de los muertos, que utilicé para seducir a mis amigas la semana en la que falleció Franco.

- Ya sabes que labia nunca me ha faltado y follar con quien te entretiene es algo que no tiene precio -comenté.
- Pero si me permites Alberto -intervino Toñi-, tú no es que tengas labia, que la tienes, es que tienes una mente retorcida para el sexo que es capaz de presentarte como lo más normal del mundo perversiones que podrían parecer patológicas.
- ¿Pero quién dice que sean perversiones patológicas? -pregunté retóricamente- La sociedad. Mira esto nuestro. Somos incestuosos. El incesto es una forma de sexo proscrita en todas las sociedades ¿por qué? ¿por que los niños salen tontos? No, porque a toda sociedad le interesa crear lazos entre distintas familias y poblaciones para crear redes de poder extensas ¿cómo fomento eso? Pues prohibiendo las uniones conyugales entre miembros de la misma familia.
- Cuando te oigo hablar así es que me dan ganas de follarte -dijo Raquel riéndose.
- Me pongo cachonda hasta yo -confirmó Toñi.
- Pues mirad, así con la tontería llevamos mes y medio charlando y follando ¿a que se os ha pasado volando?

Ese día mi libro fue la fuente inspiradora de la mayoría de nuestras conversaciones. Resulta que las dos lo habían estado leyendo en ratos perdidos y tenían muchas cosas que comentar. Confieso, me temo que innecesariamente, que me encanta hablar de mí, que en ese tema suelo ser prolijo en detalles y que unas cosas me llevan a otras y termino enrollándome más que el abuelo Cebolleta.
Casi al final, cuando nos íbamos a acostar Raquel comentó “¿Hoy no era #JuevesDeFotoSensual? Pues nos tenemos que hacer una foto”. Me bajaron los pantalones y después de varios intentos ensayando encuadres me encargaron a mí que hiciese la foto. La única condición “que no se nos vea la cara”. Hice muchas variando los ángulos que me permitía mi forzada posición. Al final se las mandé todas y después de un rato me llegó como mensaje de agradecimiento la que habían seleccionado.
En el centro de la imagen mi pene erecto sujetado por cuatro manos, a los lados del brillante glande sonrosado dos bocas femeninas entreabiertas de entre cuyos labios salían las respectivas lenguas que acababan rozando la piel del capullo, al que quedaban unidas por los puentes de unos finos hilos de saliva. Y lo mejor era la dedicatoria: “Muchas gracias por nuestro mejor Sant Jordi”. ¡Pero qué majas son mis chicas!
Esa noche, cuando Raquel y yo dormíamos haciendo la cucharita creímos oír el satisfyer en la habitación de Toñi.

Al día siguiente mi hermana nos confesó que en la cama se había leído de un tirón el libro que les regalé y que se había puesto burrísima. Me mostré muy halagado, le comenté que esa es la sensación que esperaba provocar en los que me leyesen y le di las gracias por decírmelo. Tanto Raquel como yo obviamos decir que la habíamos oído.

El 24 de abril nos empezamos a tomar un descanso sexual y aunque el 25 tenía programado intentar poner de moda el #SábadoDeCoños, la verdad es que me desperté pensando en el aniversario de la “Revolución de los Claveles” y se me fue el santo al cielo dándole vueltas a un artículo que escribí al día siguiente de ese golpe de estado y que se titulaba “El día que nos despertamos sabiendo que podíamos ser libres”. Lo intenté buscar en internet, a ver si alguna hemeroteca lo conservaba. Seguro que sí, pero no lo encontré.
Ante la sorpresa de las chicas pasé el sábado y el domingo leyendo artículos de la época y escuchando el “Grândola, Vila Morena”. Me temo que ya estaba un poco saturado de sexo.

FIN

Continúa en: Sexo en tiempos de coronavirus. Séptima semana



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