Viene de ¿ALGÚN DÍA SERÉ MODELO EN VIVO PARA CLASES DE ARTE AL NATURAL?
Los que me seguís ya sabéis que una de las fantasías que me quedaba por cumplir era posar desnudo para una clase de dibujo. Llamadme raro, pero es una cosa que me daba mucho morbo y la idea fue materializándose charlando sobre ello con una amiga que tiene una escuela de arte.
Al final, en su academia no lo pude hacer por una serie de inconvenientes que ahora no hace al caso relatar, así que decidí liarme la manta a la cabeza y empezar a promocionarme por mi cuenta. Lo primero era saber dónde me metía, porque eso de posar en una clase es más difícil de lo que parece. No me refiero a que te “contraten”, me refiero a saber mantener el tipo durante la clase. Eso era algo que me preocupaba pero que no sabría hasta que no lo hiciese.
Lo segundo era entrar en ese mundillo y ofrecer mis servicios. Me hice una pagina web a modo de currículum, en ella aparecían mis datos, características personales y una galería de fotos. Incluso hice una referencia a ello en mi web de relatos eróticos, porque si todo salía como yo esperaba acabaría contando la experiencia en esta página.
Bueno, y puestos a estrenarme como modelo ¿dónde lo hacía? La opción más adecuada me pareció Madrid. Paso temporadas allí y es lo suficientemente grande como para conservar un aceptable grado de anonimato.
Lo que no hice fue ofrecerme directamente a las academias que encontré por internet. Me faltaba seguridad. En su lugar esperé que alguien se fijase en mi página, le resultase interesante y se pusiese en contacto conmigo. Luego ya sería asunto mío convencerles de que habían acertado con su decisión.
Después de varios meses sin que nadie se interesase por mis servicios estaba llegando al convencimiento de que mi carrera como modelo nunca arrancaría, por la sencilla razón de que mis servicios no interesaban a nadie. Y cuando estaba a punto de olvidarme del tema, mi amigo Pablo se puso en contacto conmigo:
- ¿Cuándo vas a venir por Madrid?
- A finales de mes ¿por? No me digas que Churri me echa de menos.
- Jajajaja, más quieras tú.
- Y tú, no te jode.
- No, no me jode. No me lo recuerdes, que ya no me acuerdo ni de cómo se hace.
- ¿Entonces? ¿Qué quieres, que quedemos para hacernos unas pajillas?
- Joder, Alberto, no me pongas nervioso que no te lo cuento.
- Vengaaaa... va.
- Pues el otro día me enteré de que una compañera del trabajo colabora con una organización vecinal que organiza actividades para proporcionar una alternativa cultural a su barrio. Ella es monitora en clases de dibujo.
- Hummmm ¿y tienen clases de dibujo al natural?
- A eso voy. Hacen muchas cosas y de vez en cuando dibujos de modelos desnudos. Le hablé de ti y le pasé tu página por si le interesaba.
- ¿Y?
- Y me dijo que sí podría interesarle. Me ha dado un correo para que te pongas en contacto con ella. El resto ya es cosa vuestra.
- Joder, muchas gracias. Hasta ahora no se había interesado nadie.
- Bueno, tampoco se si está muy interesada, pero ya te encargarás tú de convencerla.
- Eso espero.
- Si quedas en algo me avisas, me encantará ir a verte.
- Y a ponerme nervioso, no te jode.
- Sí, muy nervioso te vas a poner tú con lo exhibicionista que eres. Ya se lo he dicho a ella, que nunca va a tener un modelo más motivado.
Bueno, según mi experiencia, no es nada bueno crear grandes expectativas, pero en todo caso su labor de mediación era de agradecer. Decidí no esperar para ver en qué se concretaba todo y mandé un correo preguntando si podía concertar una cita en las fechas en que iba a estar en Madrid.
Al cabo de un par de días, cuando ya me estaba poniendo un poco nervioso, recibí un correo de Marta, la monitora de dibujo. Me citaba para una tarde en un bar restaurante de Carabanchel. Por lo visto la asociación vecinal dependía de la parroquia del barrio y algunas actividades las hacían en los salones de ese restaurante cuando no se empleaban. Me pareció un poco raro, pero con ir a informarme no perdía nada.
El día que habíamos quedado llegué un poco antes al local. Cuando le pregunté a un camarero por “Marta, la de las clases de dibujo”, me indicó que ya estaba en el salón de abajo y con la mirada me señaló unas escaleras que había al final de la barra.
- Buenas tardes ¿Marta? -pregunté llamando ligeramente con los nudillos y asomando la cabeza por la puerta.
- Sí ¿Alberto? Pasa -me dijo y nos dimos la mano mientras los dos nos examinábamos con la mirada. Ella sin ningún disimulo, de arriba abajo. Era normal, para eso estaba yo allí, aunque en ese momento me sentí algo incómodo y me hubiese gustado poder oír sus pensamientos.
Marta tenía un aspecto juvenil, aunque debería rondar los cuarenta años. Pelo negro y liso, de aspecto casi oriental. Según Pablo, una de las mujeres que más le ponía de su oficina y la verdad es que ahora le entendía. Independientemente de que era bastante atractiva, Marta es de esas personas que te sonríe y te hace sentir bien. Agradecí que ya no tuviésemos que llevar mascarilla.
- Así que quieres posar para clases de arte.
- Sí, la verdad es que me apetece bastante hacerlo.
- Pero nunca lo has hecho antes.
- No, nunca. Y de hacerlo quiero estar seguro de poder hacerlo bien. No querría comprometerme y luego hacerte quedar mal delante de tus alumnos, por eso me gustaría que antes me hicieses una prueba, si te va bien -me di cuenta de que estaba hablando más de la cuenta. Quizás estaba más nervioso de lo que pensaba.
- Sí, bueno, nunca he tenido a un modelo en su primera vez, si a ti no te importa quizás sí habría que hacer alguna prueba previa.
- Por supuesto, me parece bien -dije aliviado, parecía ser que por lo menos me aceptaba como candidato.
- Pero antes, dime ¿por qué quieres ser modelo? Sabes que se gana más bien poco ¿no? Y nosotros aquí hacemos voluntariado, no te podríamos pagar… mucho.
- Eso no es problema. No hago esto por dinero, de hecho renuncio a cualquier remuneración que me pudiese corresponder por esto. Si queréis, tomadlo como un donativo a vuestra organización.
- Y si no necesitas el dinero ¿por qué quieres hacer esto?
- ¿Pablo no te ha dicho nada?
- Me ha contado algo de una web erótica en la que escribes ¿quieres sacar de aquí material para montarte una historia porno? Hay sitios que organizan clases con modelos desnudos como excusa para experiencias eróticas. Quizás deberías probar mejor en un sitio de esos.
- No, no. No se trata de eso. No pretendo montarme una orgía con tus alumnas…
- También tengo alumnos.
- Ya, ya. Con eso contaba. Como te decía, no pretendo hacer de esto una peli porno, si no simplemente relatar cómo me he sentido yo posando desnudo en una clase, sintiéndome observado por gente que se fija en los detalles de mi cuerpo, hablando con ellos en los descansos, viendo los dibujos que han hecho de mí. No sé si me estoy explicando. Es algo introspectivo. En mis historias cuento cómo he vivido las experiencias y, si la comunicación es buena, cuento también cómo lo ha vivido la gente conmigo.
- Ya… -dijo pensativa, y creí que estaba buscando las palabras para decirme “gracias, pero no”.
- Si quieres te paso la dirección de mi página y le echas un vistazo. Así sabrás de lo que hablo.
- Estás jubilado ¿no? -preguntó sin hacer caso a mi ofrecimiento de darle la página.
- Sí ¿la edad es un problema?
- No, para una clase de arte va bien cualquier edad y cualquier tipo de cuerpo. De todos se pueden sacar características adecuadas para el dibujo. Distinto sería de las clases esas de despedida de soltera.
- Ya, por eso no lo he intentado… entre otras cosas -dije riendo.
- Bueno ¿te parece si te hago la prueba esa y nos quedamos los dos más tranquilos?
- Perfecto -dije mientras empezaba a quitarme el jersey.
- Te puedes desnudar detrás de ese biombo. Hay sitio para dejar la ropa.
- Bueno, eso cuando esté toda la clase. Si estamos tú y yo me da igual que me veas antes o después.
- Se ve que disfrutas con esto.
- A ver, si un día poso en tu clase me traeré una bata y unas zapatillas. Y lo tendré puesto hasta que me digas cómo quieres que me ponga, pero ahora no he traído nada de eso y mejor que ir yendo y viniendo en bolas…
- Vale, veo que aunque no has posado nunca te has informado.
Mientras hablábamos me había quedado en calzoncillos, unos slip negros, que eran mi color habitual. Marta, aunque con naturalidad, no había dejado de mirarme y me había puesto bastante cachondo desnudarme delante de ella. Al final, con un gesto en el que quise ver cierta picardía, pero que en realidad no había tal, me señaló que me faltaban los calzoncillos. Me los quité y me fijé en su cara mientras me miraba el pene.
Esos preámbulos me habían excitado y tenía el miembro grueso y ligeramente levantado. Me sentí aliviado, porque con lo de la pandemia he cogido bastante sobrepeso y cuando estoy relajado el pene apenas sobresale de las mollitas de la barriga, bueno y si estoy nervioso… peor. Afortunadamente, ahora Marta tenía algo que ver y de hecho no paraba de tomar notas rápidas con unos rotring que cambiaba ágilmente de mano según dibujaba. No sabía qué es lo que le interesaba, así que aproveché para darme la vuelta alzando los brazos y que me pudiese contemplar bien.
- Tienes un cuerpo muy interesante. Por detrás tienes un posado al que se le puede sacar mucho partido.
- ¿Y por delante no? -pregunté haciéndome el ofendido.
- Por delante también, no me tires de la lengua, pero si ahora quisiese dibujarte lo haría por detrás. Ven, sube a la tarima.
En un lado de la sala había una tarima que igual empleaban para algún espectáculo en los banquetes pero que a ellos les venía muy bien porque se ve que era allí donde posaban. Me hizo tomar diversas posturas, de pie apoyado en un atril, con un pie subido a una silla como si me abrochase un zapato, con una toalla imaginaria como si me secase la espalda, sentado con las piernas cruzadas, con la mano en la cara como si estuviese pensando, tendido de costado en el suelo, apoyado en un brazo como mirando al horizonte…
No sé cuántas posturas me hizo hacer. Acabé bastante excitado, aunque un un poco cansado y un tanto sorprendido, porque era la primera vez que hacía poses desnudo delante de una chica que me miraba como un objeto totalmente carente de sexualidad. Incluso no cayó cuando intenté motivarla en algunas posturas diciendo “¿es así como quieres? ¿Por qué no me colocas tú mejor?” Pero nada, como si mirase un maniquí.
- ¿Se puede? -dijo en ese momento un chico que entró llamando a la puerta, pero sin esperar. Se quedó bastante sorprendido cuando me vio desnudo tumbado en la tarima.
- ¡Ah! Es Jaime, nuestro modelo de hoy ¿te importa que pase? Se tiene que preparar -me explicó Marta.
- Claro, que pase. Si tenéis que ir preparando la clase yo ya me voy.
- Tranquilo, aún hay tiempo. Mira Jaime, este es Alberto, le estoy haciendo una prueba porque quiere ser modelo.
- Ah, encantado. Marta es muy exigente -bromeó-, pero si te da el visto bueno ya verás como no te falta trabajo.
- Jaime, es un modelo muy solicitado y a veces cuesta pillarlo. Quédate a la clase y verás cómo lo hace él. Aprenderás mucho.
- Si a vosotros no os importa, por mí genial.
A Jaime no sólo no le importaba, sino que además me dio unos consejos muy interesantes: “El profesor siempre te dirá cómo quiere que te pongas, pero convine que tú tengas preparadas algunas posturas que te vayan bien, que te sean cómodas o en las que presentes tu lado bueno. En muchas ocasiones en profesor estará conforme con tu postura”.
“Mantén la mirada en un punto fijo, eso te ayuda a mantener el equilibrio, sobre todo cuando posas de pie”.
“Acostúmbrate a pensar cosas agradables mientras posas, eso va bien para pasar el tiempo y parecer relajado. Si estás aburrido o incómodo se nota y no das una buena imagen”.
“Sobre todo, no intentes adivinar si hablan de ti, de tu cuerpo… No intentes interpretar si las miradas son críticas. Les gustarás más o menos, pero piensa que les interesa más lo que trasmites que tu cuerpo en sí. La mayoría de los modelos somos muy normales, así que lo que se valora más es la seguridad ¿verdad Marta?”
Marta, que mientras que Jaime hablaba me iba pidiendo que me pusiese en distintas posturas, asintió: “Así es. Si te quieres dedicar a esto hazle mucho caso. Sabe muy bien de lo que habla”.
Debía ser así. Jaime tiene un cuerpo peculiar. Si yo tengo sobrepeso, él es todo lo contrario. Es extremadamente delgado. Ambos éramos todo lo contrario a un cachas de gimnasio, los polos opuestos, vamos, yo por mi barriga cervecera y mis lorzas y él por su cuerpo huesudo. Pero estaba claro que si él era un buen modelo yo también podía serlo.
Otra cosa que aprendí de él es lo equipado que iba. En una bolsa llevaba una bata, unas zapatillas, una sábana, una toalla y una botella de agua. En los descansos se quedaba en bata y zapatillas y así hablaba tranquilamente con la profesora y los alumnos. Así estaba hablando con Marta y conmigo mientras me daba consejos, hasta que en un momento se quitó la bata para que yo viese la postura a la que se refería. En un momento me agarró y él mismo me colocó.
- ¡Anda! Hoy tenemos un dos por uno. Qué bien ¿qué vais a hacer? ¿Una lucha? -preguntó desde la puerta una chica sorprendida que nos pilló en ese momento.
- Oye, pues ahora que lo dices no sería mala idea -admitió Marta-. Alberto, te presento a Magda, la otra profesora. Alberto es el que te conté que quiere ser modelo.
La saludé con la mano. Rondaría también los cuarenta, era algo más baja y más rellenita que Marta, pero tenía una mirada viva que no dejaba de examinarme. Estuve a punto de darme la vuelta para que me viese bien, pero me contuve, aunque sentí que mi pene se ponía morcillón bajo su mirada. Ya sé que ella estaría evaluando simplemente si mi cuerpo podía ser un buen modelo, pero su expresión pícara me ponía mucho.Pronto empezarían a llegar los alumnos y las dos profes parecía que ya habían visto todo lo que tenían que ver de mí, así que me vestí. Jaime me pidió un teléfono de contacto para dárselo a algunas academias que creía que les podía interesar. Le pasé la dirección de mi página en la que estaba mi curriculum y mi galería de fotos, incluso la página que publiqué en mi blog de relatos eróticos, en la que hablaba de la posibilidad de hacer un relato narrando mi experiencia de modelo. Ambas le llamaron mucho la atención y me dijo que le parecía una idea estupenda.
Fueron llegando los alumnos, en su mayoría mujeres alrededor de los cincuenta años, aunque había alguna de unos treinta y un señor que me superaba en edad.
Marta puso a Jaime en una serie de posturas un tanto complicadas. De pié con los brazos extendidos, con el cuerpo haciendo una torsión mirando a un lado, alzando un peso… Afortunadamente eso eran posturas breves, de unos minutos, con un descanso entre ellas. Los alumnos simplemente hacían lo que a mí me parecían bocetos. Luego había poses bastante más largas, pero eran posturas más cómodas y naturales. En algunas Jaime estaba sentado, en otras recostado sobre su propia sábana.
Yo no perdía detalle, ni de él, ni de la actitud de los alumnos, que sólo parecían mirarle como lo que era, un modelo a reproducir en el papel. Y las posturas eran simplemente una dificultad añadida. Un problema de dibujo.
El ambiente serio de la clase se relajaba y cambiaba totalmente en los descansos. Jaime departía con los alumnos tan locuazmente como había hecho conmigo. Se ve que se conocían de otras veces y tenían confianza. Él me presentó como un modelo nuevo, incluso luego me enteré que les habló de mis páginas y le pasó las direcciones a alguien. Todo eso creó bastantes expectativas, aunque yo al principio no era consciente de ello, sólo me dio la impresión de que alguna me desnudaba al saludarme, lo que fue una sensación muy agradable. Sólo fui consciente de lo que había pasado cuando en otro descanso se me acercaron dos alumnas.
- ¿Entonces tú quieres ser modelo porque te gusta exhibirte? -me soltó de sopetón una de ellas.
- Bueno… -empecé a contestar midiendo mis palabras- exhibirme no porque no creo que tenga un cuerpo como para presumir, pero sí me da morbo que me observen desnudo y como dicen que cualquier cuerpo es bueno para posar si sabe hacerlo…
- Hemos visto las fotos de tu página y la verdad es que apetece dibujarte.
- Muchas gracias -respondí riendo-. Decídselo a Marta a ver si la termináis de convencer.
- No te rías que te lo decimos en serio. Y sí, se lo diremos a Marta aunque seguro que ella también se ha dado cuenta.
- Oye -empezó a decir la otra-, también dices en tu página que quieres posar para contar tu experiencia como un relato erótico, entonces ¿además de posar qué esperas conseguir?
- Nada, sinceramente, no me he creado expectativas. El relato que espero escribir intentará transmitir fielmente mis sensaciones en cada momento. Lo que sentí al quitarme la ropa para iniciar la clase, al quedarme desnudo por primera vez delante vuestra, al sentir vuestras miradas, al adoptar las posturas que me pida la profesora… todo eso.
- ¿Pero no quieres enrollarte con las alumnas, con la profe…? Es que parece que para un relato erótico hablar sólo de tus sensaciones…
- Para un relato erótico, hablar de mis sensaciones, si son profundas y las transmito bien, irá perfecto. Si consigo además enrollarme con alguien ya escribiré una historia porno, que por cierto se me dan muy bien.
- ¿Y posas también para clases particulares?
- De momento sólo he hecho una prueba, aún no he posado nunca en una clase, ni en una academia ni particular, pero no descarto nada ¿me vais a contratar vosotras?
- Bueno, no descartamos nada -respondieron riendo las dos.
- Y el relato resultante ¿qué preferiríais que fuese erótico o pornográfico? -insistí.
- Bueno… no descartamos nada -empezó a contestar una aunque terminaron la frase las dos, partidas de risa y entre miradas cómplices al citar mi propia frase.
La conversación terminó ahí ante las miradas reprobatorias de Marta que ya quería reiniciar la clase. A partir de ese momento el ambiente fue más libidinoso. Aquellas dos fueron las únicas que me hablaron directamente de mi página, pero era evidente que la habían mirado casi todos los alumnos y había despertado bastante curiosidad, lo que quedaba patente por las miradas furtivas que me lanzaban.
Enseguida me di cuenta de que había cometido un fallo que podía truncar mi carrera de modelo antes de que comenzase. Las páginas que había hecho a modo de currículum virtual hacían demasiado evidente mi motivación erótica y eso podía perjudicar mi contratación por academias en las que sólo interesaba el lado artístico.
Al terminar la clase comenzó una tertulia muy agradable. Llamaron a un camarero que anotó lo que cada uno quería tomar y al cabo del rato apareció con todas las bebidas y unas cuantas cosas para picar.
Marta y Magda fueron comentando los dibujos que había hecho cada uno y dando algunos consejos. Me sorprendió ver que algunos dibujaban francamente bien y sus obras me parecieron muy buenas, tanto las imágenes detalladas como los bocetos rápidos. Por el contrario, se veía que alguno tenía pocas habilidades artísticas y daba la impresión que asistían a esas clases por pasar el rato.
Otra cosa en la que me fijé era el detalle con el que dibujaban las distintas partes del cuerpo, pero en cambio casi todos habían obviado la zona genital que normalmente aparecía como una sombra difuminada. Yo, que me imaginaba posando y me daba mucho morbo pensar cómo se fijarían en mi pene, me quedé un poco preocupado al pensar que al final no lo apreciasen.
Jaime, el modelo, tenía el pene más bien delgado y cubierto por un prepucio que acababa en una especie de trompita arrugada. Se ve que lo de posar desnudo no era a mí al único que le ponía, porque en un momento de la sesión me fijé que el glande se había abierto camino, empezando a asomar su punta colorada. El escroto también lo tenía colgante y flácido, con un testículo más bajo que el otro. Todo ello había quedado ignorado en la mayoría de los dibujos que habían resuelto los genitales simplemente con unos pocos trazos y sin ningún detalle, como se les diese pudor mirar fijamente esa zona, dibujarla o ambas cosas.
Yo no podía evitar compararme con Jaime e imaginarme en su lugar. Mi pene es bastante más grueso que el suyo aunque algo más corto. El hecho de estar operado de fimosis hace que me resalte bastante el glande y tomé nota mental de untarle de vaselina el día que posase para darle un brillo juvenil. Mi escroto también es más redondo y mucho menos colgante. Y respecto al cuerpo, soy bastante más carnoso que el huesudo modelo, lo que no sé si todo eso sería, más o menos difícil de dibujar o simplemente sería distinto.
De una manera u otra tenía la impresión de que o bien la diferencia de constituciones, o la novedad, o mi morbo explícito había despertado bastante expectación. No sabía si además de Jaime habían tenido otros modelos masculinos, pero estaba claro que a las alumnas les apetecía tener un modelo nuevo. De hecho, una de ellas se despidió diciendo: “Adios Alberto, nos vemos pronto”, a lo que otra corrigió “Bueno, más bien te vemos nosotras a ti”, lo que provocó las risas de todos, menos de Marta.
Yo, por una parte estaba exultante, por otra cada vez veía más claro que Marta no me iba a coger como modelo.
Al día siguiente me llamó por teléfono y, efectivamente, me confirmó todos mis temores.
- Te voy a ser sincera. De momento no voy a contar contigo.
- Y ese de momento ¿qué significa? ¿Qué ahora no pero más adelante sí?
- Eso depende de ti. Es por tu actitud.
- ¿Mi actitud?
- Te motiva el exhibicionismo y no es lo ideal para esto.
- No sé. A los otros modelos les motiva el dinero ¿no? Igual les repatea posar pero lo hacen porque es lo único que han encontrado. ¿No es mejor tener a alguien que disfrute con lo que hace… por la razón que sea?
- Desde luego, siempre y cuando ese entusiasmo no altere el objetivo de la clase.
- No pretendía hacer eso. Es sólo un tema personal. De todos modos pensé que valorarías tener un modelo motivado ¿Qué es lo que no te he gustado? ¿No te he parecido profesional? -insistí.
- Mira, he hablado con Magda y con varias alumnas y todas coinciden, generas una expectativa erótica que supera a la artística. Contigo el ambiente de la clase se vería alterado y no quiero que eso pase.
- Me halaga que pienses así, pero me imagino que unas estudiantes de arte habrán visto cuerpos… más sensuales que el mío y no se van a… ¿cómo te lo diría?... poner cachondas cuando me vean a mí.
- Alberto, no es por tu cuerpo. Hay cuerpos súper atléticos que no dicen nada, en cambio tú, antes de empezar ya te has encargado de hacer saber que te pone que te vean desnudo, que vas a hacer un relato erótico con tu experiencia… La mayoría de mis alumnos son jubilados, muchas amas de casa, el estar de repente en medio de esa historia haría que estuviesen más pendientes de lo que va a pasar que de dibujarte.
- Entonces…
- Entonces te aconsejo que quites tu página o por lo menos las referencias a tu motivación erótica y empieces otra vez de cero.
- ¿Pero cómo me doy a conocer? ¿Cómo me introduzco en este mundillo?
- Si me entero de algún colega que busque modelos le doy tus datos. Cuando hables con ellos ya les das tus fotos, pero sólo a ellos. No las tengas en una web que las pueda ver todo el mundo. ¡Ah! Y quita toda referencia a tu motivación erótica, a que te gusta exhibirte, a que quieres hacer un relato. Se trata de que te contraten porque tengas un cuerpo que apetece dibujar, un cuerpo que trasmite algo. Algo distinto a convertir una clase de arte en una “performance” erótica. ¿Me explico?
- Y si hago todo eso, si quito la página ¿contarás conmigo?
- A eso me refería con “de momento no”. Mis alumnos ya te conocen y se acordarán de ti. Es mejor dejar pasar un tiempo, pero no te preocupes porque, si me haces caso, cuando alguien me diga que busca modelos le hablaré de ti.
Al día siguiente, guardé las capturas a los dibujos que me había hecho y que pensaba incluir en mis páginas y con bastante desánimo las quité de la Red, incluso en las que me anunciaba como modelo y mis motivaciones para ello. Una conversación con mi amiga pintora, que conoce bien ese mundo, confirmó todo lo que me dijo Marta y terminó de convencerme.
Pero tras unos meses sin ninguna noticia al respecto comencé a olvidarme del tema, hasta que un día a principios del caluroso agosto, cuando estaba en bolas por casa, me llegó un mensaje de Skype: “Hola Alberto, soy Mónica, alumna de las clases de dibujo a las que fuiste como posible modelo ¿podemos hablar?”
Cuando caí en la cuenta de que Mónica había sido una de las alumnas más lanzadas de aquella sesión me dio un vuelco el corazón.
FIN
Continúa en: Las poses de Mónica
Me ha encantado, como siempre.
ResponderEliminarEstoy deseando leer la próxima entrega del relato.
Un saludo