miércoles, 27 de mayo de 2020

Sexo en tiempos de coronavirus. Sexta semana


Madrid, abril de 2020

- ¿Qué es eso de que una trans te folló el culo? -me preguntó Raquel de sopetón.
- ¡Ah! Un compañero de facultad que se cambió de sexo. Fue algo sorprendente -contesté intentando quitarle importancia.

¡Mierda! Ya sabía yo que el otro día con Piluca me había ido de la lengua. Intenté recomponer la historia a toda prisa. Le dije que después de desaparecer una temporada mi amigo Carlos reapareció como Carla, una chica con cierto aspecto andrógino, más que nada por la corpulencia, pero eso la hacía tremendamente atractiva, por lo menos para mí.
Después del desconcierto inicial retomamos una relación basada en nuestra antigua amistad, pero que nos permitíamos algún revolcón que otro de vez en cuando, cosa que me daba muchísimo morbo. Así fue como entre otras cosas descubrí que mamar una polla me da muchísimas arcadas, sobre todo si se corren en mi boca, y que me resulta extremadamente desagradable la sensación de ocupación que me produce una polla en el recto, por mucho que me gustase la sensación de unos pezones duros rozándome la espalda.

- ¡Vamos no me jodas! -dijo Raquel- Así que todo lo que te encanta hacernos, a ti te da… asquito que lo hagan.
- Pues sí, lo admito.
- Con razón decía la Carla esa que no servías para…
- ¡Ya! Ya -la corté-. No importa que sigas.
- Así que follarme el culo sí. Correrte en mi boca sí, pero que te lo hagan a ti… nada de nada.
- ¿Preferirías que sí me gustase?
- No, no, pero me choca que lo que te encanta hacer, en cambio a ti no te gusta que te lo hagan.
- Con que te guste que te lo haga a ti me doy por satisfecho.

Con esas explicaciones Raquel se quedó tranquila y no tuve que contarle la verdadera historia de Carla, aunque ese episodio me dio una idea. El próximo jueves sería el día de Sant Jordi. Desde hace mucho tiempo manteníamos la tradición de regalarnos un libro y una rosa, aunque para ser puristas ella tenía que regalarme un libro y yo a ella una rosa. Bueno, en esta ocasión yo les regalaría un libro… y un capullo. De hecho esperaba que el libro les abriese las ganas de disfrutar del capullo.
Pero no iba a comprarles ningún libro. La historia de Carla y el interés que despertó en mi mujer me  animó a utilizar mis propios relatos para hacer con ellos un libro. La mayoría de los tenía publicados en el blog y los guardaba en formato pdf. También tenía muchos otros en borradores en mi ordenador, pero no me daría tiempo a tenerlos listos el jueves. Afortunadamente, con los que estaban en el blog ya tenía bastante material para hacer un librito interesante.
Utilizando el orden cronológico seleccioné Confieso que he pecado, Julita, Por el culo es petting, Marisa, Esther “la rubia”, Las fotos de Sonsoles, EspejismosUn polvo campestre e Induciendo sueños. Con esos sería suficiente. Constituían un relato de mi vida sexual, desde casi la infancia hasta la época de la universidad, bueno incluso alguna con Raquel. Pero a partir de ese momento había cosas que era mejor no contar… por ahora.
Pensé en imprimirlo todo y encuadernarlo. En casa podría haberlo hecho sin problemas pero aquí no tenía medios suficientes, así que me contenté con hacer un libro electrónico, muy bien presentado, eso sí. Cada historia tenía su cabecera ilustrada, incluso había una que podría emplear como portada del libro, así que lo único que tenía que hacer era preparar un índice, configurar los enlaces a cada relato y los correspondientes de vuelta a dicho índice.

Preparar ese regalo para el Sant Jordi erótico me excitaba bastante y me proporcionaba otras ideas. La principal se me ocurrió tuiteando. Entonces caí en que prácticamente cada día tiene una temática sexual y eso lo podíamos aprovechar:
A ver, que las dos últimas me las inventé. Pretendían ser mi aportación a la liturgia tuitera para cubrir un hueco incomprensible, pero para mi sorpresa resulta que existen de verdad.
Mientras cenábamos estuvimos comentando las noticias, la celebración de la feria de abril desde los balcones, el control de la distribución de mascarillas fijando un precio noventa y seis céntimos… en fin, la cruda realidad. Después les expliqué lo de los días en Twitter y que hoy, #LunesDeOjos, nos íbamos a excitar mirando. Ya sé que, la filosofía del hashtag no era esa pero decidí usarlo a mi conveniencia.

- ¿Mirando qué? -me preguntó Raquel.
- Pues algo que igual te sorprende -respondí buscando una página en la tablet.

La conecté a la tele para verlo mejor. En la pantalla apareció la página de aceptación de las condiciones de Chaturbate e inmediatamente las ventanitas de selección de chats. Elegí las que me gustaron más y luego abrí una de ellas.

- Ésta es la otra página de videochats que usabas ¿no? La americana -dijo Raquel.
- Hay unas tías buenísimas ¿son profesionales? -preguntó Toñi.
- Me temo que profesionales sí que son, pero tías… -respondí.

Las dos fueron incapaces de reprimir una exclamación cuando la rubia de rasgos eslavos de la pantalla dejó de acariciar sus torneados pechos y, como si me hubiese oído, enfocó la cámara hacia su entrepierna. Bajo la braguita semitransparente se notaba un bulto que ella acariciaba provocativamente acompañándose de unos insinuantes gemidos. Parecía que se estaba dando placer frotando un lush contra su clítoris, pero para deshacer cualquier equívoco se estiró la tela de la braga hacia arriba haciendo que por los lados apareciesen… dos testículos perfectamente depilados. “¡Joder!” exclamaron las dos casi al mismo tiempo cuando la chica se sacó de detrás de la tela un pene que para sí quisieran muchos que presumen de machotes.

jueves, 14 de mayo de 2020

Sexo en tiempos de coronavirus. Quinta semana


Madrid, abril 2020


El día de mi cumpleaños desperté tarde. Raquel ya se había levantado, la escuché hablando con Toñi en la cocina y desde allí llegaba un estimulante olor a café.
La verdad es que estábamos llevando bastante bien lo del confinamiento, pero pasar en casa el día de mi aniversario no me apetecía nada y si tenía en cuenta los planes que había tenido que anular me ponía un poco triste.
Intentado no pensar en todo ello me dirigí al baño para lavarme un poco. Cuando iba a salir me encontré al lado del ordenador una cajita en forma de huevo. Algo sonaba dentro. Era una nota perfectamente enrollada. La desplegué completamente intrigado y pude leer el siguiente texto:



¿Te mereces esta suerte?

Cumplir años en medio de la pandemia
mala suerte podría parecer,
pero igual la fortuna te premia
con un regalo que te haga enloquecer.

Conseguirlo fácil es
pero buscar es necesario 
y merecerlo antes que después 
siempre es lo primario.

En Pascua se comen conejos,
y se buscan los huevos.
Entonces te damos dos consejos
porque somos muy longevos.

No creas que nos pasamos de listas,
piensa en tu preferido tubérculo
y encontrarás las pistas.
Verás qué premio más chulo.

¿Lo vas a perder?
Coloca bien la coma
y el idioma
te va a proteger.

¿Qué cojones era eso? Evidentemente las chicas se habían trabajado mi regalo y ahora me lo iba a tener que currar yo para encontrarlo. Lo volví a leer. Un acertijo en forma de poema. Me gustaban las adivinanzas y de vez en cuando hacía poemas jocosos, de rima fácil, para resaltar alguna broma. Haciendo un guiño a estas dos aficiones mías me habían preparado lo que parecía un original regalo de cumpleaños.
Estábamos en pascua y ahora se comen conejos, de pascua, y se buscan huevos, también de pascua. Mi regalo parece que iba a ser comerles el conejo, pero antes tendría que encontrar las pistas que habrían escondido. Estas cabronas me iban a hacer buscar por toda la casa. Bueno, sería divertido, tampoco tenía muchas más cosas que hacer y el premio iba a merecer la pena.
A Raquel le gustaba esconder lo huevos por la casa y luego se los hacía buscar a los niños cuando eran pequeños. Nuestras sobrinas siempre estaban encantadas con el juego. Con similar entusiasmo levanté cojines, metí la mano en jarrones, corrí cortinas, abrí cajones… nada. Ni rastro de huevos escondidos. Aquellas dos putas me contemplaban divertidas haciendo comentarios jocosos.

- ¿Y qué haremos si no lo encuentra? -preguntó Toñi.
- Nos lo comemos nosotras -respondió Raquel sin pensarlo.

A ver, lo de comerlo estaba claro. Los huevos son de chocolate, pero el regalo me iba a hacer “enloquecer” y el chocolate me gusta pero no me vuelve loco, ni como sustituto de sexo, la verdad es que prefiero un buen polvo. Espera… sexo… ¡claro! De eso va todo. Sexo. No tenía que buscar por toda la casa. Tenía que buscar cosas que tuviesen que ver con el sexo.