El otro día me sorprendió un mensaje directo que recibí por Twitter. Os lo inserto ocultando al remitente, que dicho sea de paso es una persona que me lee pero no me sigue. Lo que tampoco me parece mal. Para mí lo importante es que me lean.
Y digo que me sorprende porque no pensaba yo entrar en el debate de “erotismo versus pornografía” ni pensaba que nadie llegase a esa disyuntiva desde mis relatos.
Es cierto que me defino como escritor erótico y a mis historias lo hago como relatos eróticos. ¿Por qué? Porque pienso que en la experiencia sexual que uno vive, en las historias que recuerdo para vosotros, incluso en las que imagino, no tiene sentido distinguir entre erotismo y pornografía, porque en la intimidad todos somos pornográficos. Por muy romántica que sea la historia, cuando desemboca en sexo acaba siendo pornográfica. Con más o menos variaciones, pero la descripción explícita de una experiencia sexual, incluso de un deseo, siempre es pornográfica.
Es decir el erotismo puede ser el aspecto público y recatado de la sexualidad, la insinuación, el romanticismo, etc. Y la pornografía es el aspecto privado, explicitado según lo vives o lo deseas, de esa experiencia sexual. ¿O es que os imagináis un encuentro sexual que fuese sólo erótico? Pues no, no os lo imaginéis porque no existe. El sexo real, tal y como yo lo pretendo contar, es pornográfico o no es sexo.
Entonces no me preguntéis si soy erótico o pornográfico. Gracias a dios soy las dos cosas, como vosotros, como la vida misma. Y si alguien opina lo contrario que se manifieste, pero más que por mensajes en Twitter os agradecería que lo hicieseis comentando directamente en el blog.
¡Feliz semana santa! Y si follar os hace felices entonces os deseo una pornográfica semana santa.
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