sábado, 17 de septiembre de 2022

Las poses de Mónica

Viene de: “Proyecto Modelo Vivo

Madrid, agosto de 2022



- Hola Alberto, soy Mónica, alumna de las clases de dibujo a las que fuiste como posible modelo ¿podemos hablar? -me preguntó en un mensaje de Skype.


En pocas de mis aventuras eróticas he puesto tantas esperanzas como en aquella sesión a la que fui a probar si servía como modelo desnudo para clases de dibujo. Más o menos sabía dónde me metía pero lo que no me esperaba era el trato extremadamente aséptico que se prodiga en esas clases a los modelos. Esperaba algo de morbo y no había nada de eso, por lo menos en el plano formal, académico. Únicamente un grupo de alumnas me miraron de manera distinta a que si yo fuese una estatua, fueron Mónica y sus amigas.

Cuando leí su mensaje elegí con cuidado las palabras para responder. Después de la frustrante experiencia con su profesora y sin nadie más que se interesase en meses, me quedaba claro que si quería posar en una clase de arte, pero con algo de morbo, ella era la opción más clara que se me había presentado desde que inicié esta aventura.


- ¡Hola Mónica! ¡Cuánto tiempo!

- Hola. Sí. Me habría puesto antes en contacto contigo pero quitaste tu página. Menos mal que Conchita hizo una captura y sacamos este enlace.

- Vaya. Es que Marta me dijo que si quería que me tomasen en serio en este mundillo tendría que quitarla. Era demasiado… erótica y eso no está bien visto en un modelo serio.

- Jajajaja, no se lo tengas en cuenta, Marta es muy purista. Le echamos una bronca por cómo te trató y le dijimos que te tenía que dar una oportunidad.

- ¿Y? -pregunté esperanzado.

- Nada, dice que tu actitud no es la adecuada.

- Vaya, ya vi que mi motivación es un problema jajajaja.

- Pero a mis amigas y a mí eso nos pareció una característica muy positiva y queríamos preguntarte si estarías dispuesto a posar para nosotras.

- ¿Cómo? ¿En otra academia?

- No, en verano no hay clases pero un grupo de amigas nos reunimos en mi casa porque lo echamos de menos.

- ¿Seguís vosotras con las clases de dibujo?

- Dibujamos, charlamos, merendamos, nadamos en la piscina…

- Vamos, que os habéis montado una tarde de chicas con la excusa del dibujo.

- Jajajaja, más o menos, pero dibujamos mucho, aunque en un ambiente más desenfadado.

- Qué bien -dije esperanzado por el rumbo que iba tomando la conversación.

- Pues hemos dibujado de todo, jarrones, bodegones, plantas, a mi perro… incluso a nosotras mismas.

- ¿Vestidas? -pregunté lo más inocentemente que pude.

- Vestidas y desnudas -hemos posado por turnos.

- ¿Y se lo enseñaréis a Marta cuando volváis a clase?

- Los dibujos de nosotras no.

- ¿No?

- No, eso lo tenemos muy claro, es que hemos sido un poco… atrevidas.

- ¿Atrevidas?

- Sí, mira, después de tu visita se inició un debate entre unos cuantos alumnos. Cuando tenemos un modelo desnudo actuamos como si no tuviese sexo, genitales me refiero. No los dibujamos, por lo menos no con el mismo detalle que dibujamos una mano, por ejemplo. Y eso es lo que hemos querido solucionar en nuestras sesiones.

- ¿Os habéis dibujado en posturas guarrillas?

- Pues alguna sí y no queremos que las vea nadie más, que nos conocemos todos joder y no quiero que todo el barrio sepa cómo tengo el coño. Lo que pasa en mi casa se queda en mi casa.

- Lo entiendo. Me parece perfecto.

- Alberto, te cuento todo esto porque ahora nos falta dibujar a un tío.

- ¿Un tío que se deje dibujar en posturas guarrillas?

- Pues sí ¿sería mucho pedir?

- ¿Y que disfrute haciéndolo?

- Eso sería genial.

- Si además me dices que buscáis un modelo gordito y viejo me desmayo ahora mismo.

- ¡Bobo! Tú no eres ni gordito ni viejo, estamos todas de acuerdo en que tienes un cuerpo muy resultón y nos encantaría poder dibujarte.

- No se hable más, tenéis vuestro modelo masculino.

- Pero ten en cuenta que sólo somos un grupo de amigas, posar para nosotras no te hará curriculum.

- Me dará experiencia.

- No te podemos pagar, sólo invitarte a merendar y bueno, a la piscina.

- No lo hago por dinero.

- Y esto… -empezó a decir midiendo las palabras.

- Uy… -dije temiendo lo que venía a continuación.

- En el fondo sólo queremos dibujar. Dibujar de manera algo distinta a lo que hacemos en clase, pero sólo dibujar.

- Sólo dibujar, entendido -confirmé.

- No somos unas marujas buscando rollo… sexo ¿de acuerdo?

- Oye que estoy salido pero no soy tonto. Claro que te he entendido.

- Perdona, pero quería que eso te quedase claro.

- Mira, yo no es que busque sexo pero nunca lo descarto y nunca he obligado a nadie. Sólo iré a posar, pero pesar de lo que dices, si ya que estoy desnudo y a alguna le apetece…

- Mi marido estará en casa mientras te dibujamos.

- Perfecto los tríos me ponen mucho, aunque… si somos varias chicas y dos chicos eso será más bien una orgía.

- Al final vas a ser tan divertido como atrevido -dijo riendo-.  En principio seremos cuatro compañeras aunque igual se apunta alguna más ¿te importaría?

- Para nada. Como si queréis decírselo a algún compañero. No me importa quién esté.

- Compañeros no, pero hay una chica que igual si estaría interesada en asistir.

- ¿No es de vuestra clase?

- No, es fotógrafa.

- Ah, una cosa. No me importa que se hagan fotos, pero que no se me reconozca, que no salga mi cara, esto es algo que hago de incógnito. Y como tú dices, lo que pase en tu casa que quede en tu casa.

- Sí, sí, sin problemas.

- Igual que si alguna dibuja muy bien y se me puede reconocer la cara, pues que no me dibuje.

- No somos tan buenas.

- Lo que ahora pensando, si tu amiga hace fotos de la sesión, me puede venir muy bien para ilustrar el relato que haga en mi página de estas sesiones y también dibujos que me hagáis.

- Alberto, tú mismo lo has dicho, lo que pasa en mi casa se queda en mi casa. Tú móntate las historias que quieras, pero sin detalles que puedan hacer que nos reconozcan, si a ti no te interesa que lo hagan a nosotras tampoco.


Mónica y sus amigas fueron las más extrovertidas el día de mi prueba como modelo. Se veía que claramente estaban interesadas en que posase en su clase, aunque era evidente que, más que mi cuerpo, lo que de verdad las atraía era mi actitud y el hecho de que por primera vez iban a tener un modelo que disfrutaba de mostrarse, en contraposición con los modelos habituales, con cuerpos más cuidados y poses “naturales” que ofrecían un perfecto conjunto de piel y músculos que dibujar, pero sin el… “entusiasmo” que yo ofrecía. Y conste que no pretendo ser despectivo con los modelos profesionales, de verdad que los admiro y son un referente para mí, pero os hablo así para que entendáis la situación.

Aunque a estas alturas ya sabéis que esa predisposición mía a posar “motivado” no era demasiado bien recibida académicamente y eso podía frustrar mi carrera de modelo antes de que empezase. De hecho, mi amiga pintora me aconsejó que me ofreciese directamente como modelo erótico, así dejaba claras mis intenciones desde el principio.

Siendo sincero, lo de ser modelo para eventos eróticos era algo que me podía atraer incluso más, pero soy muy realista y soy consciente de que un jubilado barrigón como yo no tiene el cuerpo para ser modelo erótico. Así que, aunque eso sea algo que me pueda dar mucho morbo soy consciente de mis limitaciones. Alguien que se ofrezca para eso debe tener un cuerpo más “sexy” que el mío. De haber tenido esta inquietud hace años igual si lo hubiese intentado. De hecho recuerdo que siendo joven actué de striper en una fiesta simplemente para dar una sorpresa a unas compañeras de trabajo, pero en esa época cuando estaba empalmado me agarraba la polla con las dos manos y el capullo sobresalía de los puños… Si ahora estoy explorando el mundillo del modelo vivo, al natural, es porque entiendo que cualquier cuerpo puede servir y de hecho mi intención inicial no es buscar rollo sexual en clase, sino disfrutar yo de exhibirme, de sentirme observado. Y luego, si surge algo…

Entonces, a lo que aspiraba simplemente es a vivir esa situación, experimentar lo que se sentía para luego narrar mi experiencia tal y como la había vivido. Lo que es cierto es que en aquella prueba me decepcionó mucho comprobar que las profes me miraban como un anticuario mira un mueble, no sólo sin ningún atisbo erótico, sino de una manera que coartaba cualquier sentimiento erótico por mi parte. De ahí mi frustración inicial.

Entenderéis entonces mi entusiasmo con la propuesta de Mónica y mi interés en evitar cualquier cosa que pudiese estropear las perspectivas que se presagiaban. La llamada además había llegado en el momento justo. Durante el mes de julio había estado bastante liado con unos amigos que vinieron a Mallorca para una boda que dio mucho de sí. Probablemente lo relate en próximas historias porque la cosa se alargó bastante. Pero en agosto ya estaba yo recuperado y con ganas de marcha, así que reservé la ultima semana para mis sesiones de modelo en Madrid. Bueno, la excusa era visitar familia y amigos, como siempre, pero unos cuantos días los dedicaría a satisfacer mi… vena artística.

Quedé a las cinco en casa de Mónica, como iba a posar en el jardín así disfrutaríamos de casi cinco horas de luz y nos daría tiempo de tomar algo, incluso de darnos un chapuzón en la piscina. Al final serían cuatro las dibujantes, todas alumnas de la clase de Marta y tres de ellas habían estado el día de mi prueba, aunque yo sólo me acordaba de Mónica. La fotógrafa al final no estaría, lo que me contrarió un poco porque, a pesar de lo que decía Mónica, confiaba en sacar algunas fotos para mi página y mi currículum.

Antes de salir hice un repaso mental de las cosas que debía hacer y las que no, para no volver a meter la pata, como el día de mi prueba. Aunque estas chicas parecían bastante marchosas, tenía que intentar ser lo más profesional posible, posar como me pidiesen y no llevar yo el tema hacia el lado erótico. Si ellas me pedían poses atrevidas las haría siguiendo sus instrucciones y si luego surgía algo más… pues ya se vería, pero una cosa es la actividad artística de posar en una sesión de dibujo y otra muy distinta un encuentro sexual. Si al final hay chispa y a ambas partes nos apetece, pues genial pero yo no forzaría nada. Tenía que aprender de los errores de concepto que cometí en aquella sesión de prueba. Joder, ahora que lo escribo me doy cuenta de que en el fondo confiaba mucho en que surgiese algo. Se ve que me cuesta admitir que pueda estar desnudo con unas tías y que no pase nada. Pero… sigamos con la historia.

Intenté cuidar todos los detalles. Me arreglé la barba. Me di una buena ducha antes de salir, huyendo de todo gel, colonia o desodorante que dejase olor a perfume y me unté el glande de emulsión hidratante para que tuviese un aspecto terso y brillante, que a mi edad es algo que no presenta naturalmente, por lo menos los que estamos operados de fimosis.

Elegí un slip negro y un polo azul que hacía juego con unos bermudas de un tono que tiraba algo más al azul marino y también con unas náuticas deportivas.

En una bolsa bandolera puse una amplia toalla de playa, una muda y un bañador que confiaba no tener que utilizar, aunque sí pensaba nadar en la piscina.

Pasaban unos minutos de las cinco cuando toqué el timbre de la verja de entraba. En ese momento me acordé de una situación parecida que viví hace muchos años, cuando llamé por primera vez a la puerta de la casa de mi ama. Igual que entonces sentía una esperanzada ansiedad. Fue un buen presagio.


- ¡Hola! Tú debes ser Alberto ¿no? -me preguntó una morena que vestía un pareo, bajo el cual se trasparentaba un bikini, y una amplia pamela de paja.

- Hola. Sí, es Alberto. ¡Qué puntual! Pasa -dijo Mónica asomando detrás de la otra y casi sin dejarme nada más que saludar con un sonriente “hola”.


Dentro estaban las otras dos amigas. Ya con más calma nos presentamos todos, aunque a mí ya me conocían, por lo menos de mi web. La morena del pareo se llamaba Conchita y dentro estaban Susana y Fátima, que parecía árabe. Todas lucían un look cómodo, el típico de una tarde de chicas en la piscina que me tocaba amenizar a mí, cosa que no me iba a costar pues parecían un grupo muy agradable. Estaban en esa edad indeterminada que va de los cuarenta a los cincuenta bien llevados, con un físico atractivo aunque no llamativo y aparentemente buenos modales, lo que en una situación como en la que estábamos era muy importante, porque alguien borde te puede arruinar una experiencia que en principio parecía estupenda.

Me enseñaron el sitio y el entorno me sorprendió muy agradablemente. Eran un grupo de chalets adosados, de dos pisos, construidos el línea y de ladrillo rojo. Debían ser de la época de los 50 – 60, cuando esa zona era todo campo y ahora, salvo por un parque que estaba justo al frente, estaban rodeados de torres de once o doce pisos. En aquellos tiempos esos chalets debieron ser unas viviendas casi de lujo, pero ahora parecían unas casa modestas a cuyo alrededor había crecido un barrio de trabajadores.

El patio estaba embaldosado con el típico terrazo de exterior aunque dejaba todo alrededor una zanja de tierra de la que brotaba una frondosa hilera de arizónicas que daban privacidad, sombra y frescor a la piscina, en realidad una pequeña alberca rectangular, que había en un lado del patio y que invitaba al chapuzón para refescarte en los momentos de calor.

Una mesa redonda de jardín con unas sillas y dos hamacas de teca completaban el mobiliario disponible, aunque también me fijé en la presencia de unos taburetes, un puf ancho e incluso una escalera que obviamente estaban fuera de lugar y que probablemente habían añadido para sentarse a dibujar o para que yo posase en ellos.


- A mí me da igual, pero desde esas ventanas se nos ve -dije señalando la fachada superior del chalet de al lado-, lo digo por si queréis cuidar vuestra reputación y que nadie sepa que traéis a tíos desnudos a vuestro jardín.

- Uffff y menuda bruja que es esa vecina. Se moriría por ver qué hacemos aquí-dijo Monica riéndose.

- No, no se morirá por verlo porque lo verá -dijo Conchita-. La vecina bruja soy yo. Está todo controlado Alberto. Estate tranquilo.

- No, no, si tranquilo estoy, lo decía más que nada por vosotras -mentí.

- Bueno, pues si os parece podemos empezar -dijo Mónica-. Alberto si quieres pasar a la casa para cambiarte…

- Bueno… pero no importa. Puedo dejar mis cosas allí mismo -respondí mirando alrededor y señalando un murete que había en un discreto rincón del patio.


No había muchos preparativos que hacer. En aquel rincón me quité la ropa de espaldas, calcé unas chanclas, meneé discretamente la polla para que aumentase un poco de tamaño, aunque me tranquilizó recordar que ya habían visto mi galería de fotos así que ya sabían lo que se iban a encontrar. Terminé por anudarme la toalla alrededor de la cintura y me dirigí sonriente hacia las chicas.


- Bien, te cuento nuestra idea y así tú también te ubicas mejor. Empezaremos por una serie de posados rápidos y así nos desentumecemos todos -explicó Monica-. Primero de pie. Luego sentado en un taburete, en la butaca, en el puf… tumbado en la hamaca, en el borde de la piscina… Y si tú tienes alguna postura en la que te sientas bien, pues también las podemos probar.

- Ya sabéis que no tengo mucha experiencia, prefiero seguir vuestras instrucciones, aunque si se me ocurre algo ya os lo diré -dije, aunque en realidad no fui muy sincero. Sí tenía unas cuantas posturas en las que me apetecía ponerme, pero eran bastante… atrevidas, así que preferí mostrarme comedido y discreto, por lo menos al principio.

- Son posturas naturales y fáciles. Ya verás, no te costarán trabajo -siguió explicando Mónica-. Luego haremos un descanso y al final pasaremos a poses largas. Ya sabes, cómodas pero que acabas cansándote por estar tanto tiempo sin moverte. Y para el final merienda, piscina, relax y… aprovechar para que todos digamos qué nos ha parecido la sesión. Comentar los dibujos, comentar cómo te has sentido tú. En fin, todo lo que podamos aportar para que la próxima sesión vaya aún mejor ¿de acuerdo?

- De acuerdo. Venga, pues al lío -dije quitándome la toalla con decisión y dejándola en una banqueta. Cuando me giré hacia ellas vi que las cuatro me miraban con expresión complacida. Definitivamente en esa sesión de posado no me iban a mirar como a un jarrón. Eso me gustaba mucho… y se notaba.


Me di cuenta de que ellas estaban más nerviosas que yo. Imagino que más por la presión de ser anfitrionas y darme las instrucciones con profesionalidad que por el hecho de verme desnudo, aunque no sé… igual tenían expectativas más atrevidas que las que declaraban. Pero deseché esa idea. No quería hacerme ilusiones… de momento.


La verdad es que la sesión transcurrió de manera muy natural. Posé de pie en distintos sitios, imagino que por el fondo, y de distintas maneras, ligeramente agachado, con un pie en un escalón. Sentado en una banqueta, en una butaca, en el suelo, en el puf…


Tumbado en la hamaca, en el puf…


Procuraba mantener la mirada en un punto fijo y evitar el contacto visual con ellas. Así estuvimos bastante tiempo pero se me pasó volando. Apenas me empezaba a cansar ya hacíamos un alto y cambiábamos de postura.



Cuando me di cuenta ya llegó el descanso grande antes de pasar a las poses largas. Me sorprendió que ni me había aburrido ni cansado, aunque esto último debía ser una impresión falsa por culpa de la adrenalina, porque en cuanto me relajé un poco noté que tenía el cuello y la columna algo agarrotados.


Rechacé la toalla que me alargaba una de ellas y les dije que me iba a dar un chapuzón a la piscina. Eso me relajaría y además esperaba aprovechar el efecto erótico de la piel mojada. No sé si sería por eso, pero cuando salí después de dar unas cuantas brazadas y me puse la toalla sobre los hombros, quedándome intencionadamente desnudo de cintura para abajo, una de ellas se acercó diciendo “Espera, espera, no te muevas por favor. Déjame dibujarte así”, a lo que se unió por lo menos otra más.


Esa fue mi primera provocación intencionada. Es un hecho conocido. Un cuerpo desnudo tapado ligeramente, despierta más morbo que uno totalmente desnudo. Lo podéis comprobar en una playa nudista cuando alguien empieza a secarse con una toalla. Antes ni mirabas y ahora no puedes apartar la vista. Pasa lo mismo si estáis desnudos en una reunión y alguien se pone un delantal para preparar algo en la cocina. Ese culito, esos pechos que asoman tras el peto, se vuelven irresistibles.

Siendo consciente que a mí me faltaba mucho para ser irresistible, me acerqué así, todavía mojado, desnudo y con la toalla sobre los hombros tapándome sólo el pecho y la espalda, para hablar con las chicas.


- ¿Cómo te ha ido? ¿Te has cansado mucho? -preguntó Fátima sin poder evitar desviar de vez en cuando la mirada hacia mi entrepierna.

- ¡Qué va! He estado súper cómodo. Se me ha pasado el tiempo volando. Temía que esto de posar iba a ser más tedioso, pero me ha resultado muy entretenido.

- Espera ahora a las poses largas, igual te arrepientes de lo que acabas de decir -dijo Susana.

- Pero tengo que felicitarte, porque para ser la primera vez que posas lo has hecho fenomenal, parecía que tenías experiencia en hacer esto -añadió Mónica y las otras corearon con afirmaciones.

- Bueno ¿y a vosotras cómo os ha ido? ¿De momento habéis podido dibujar lo que queríais?

- Sí, sí -dijeron las cuatro casi al unísono y Conchita añadió -. Pues la verdad es que nos hemos podido sacar una espinita, por lo menos yo. Mira, estábamos un poco hartas de tener un modelo desnudo posando y dibujar todo con detalle menos la polla, que es como si no existiese. Para eso que no viniese. Yo por lo menos hoy me he sentido a gusto fijándome en tu polla para dibujarla sabiendo que eso a ti no sólo no te importaba sino que te gustaba que lo hiciésemos.

- Por supuesto, para eso he venido -confirmé-. Y me hubiese sentido defraudado si no lo hubieseis hecho así. Ahora os tenéis que buscar una modelo que no la importe que la dibujéis el coño.

- Eso ya lo hemos hecho -respondió Mónica en medio de unas risitas de las otras tres.

- ¿Ah sí? -pregunté extrañado.

- Claro. Como ya te hemos dicho llevamos todo el verano con estas meriendas con dibujos. Hemos trabajado con todo tipo de materiales. Nos faltaban modelos al natural, así que se nos ocurrió posar nosotras mismas por turnos.

- Sí me lo dijisteis pero… lo que no sabía… ¿habéis hecho poses elegantes o explícitas como las que me gustan a mí? -me atreví a preguntar francamente interesado.

- Empezamos por poses naturales, como las de clase, hasta que empezaron a pedir “abre las piernas y te dibujamos el chocho” y así hasta que acabé despatarrada.

- Pero Mónica se vengó en la sesión siguiente, cuando ella era de las que dibujaba y posaba yo -se apresuró a decir Fátima un poco avergonzada.

- Así nos hemos hecho una colección de dibujos que si los viese Marta le daba algo.

- No sé, igual le dais ideas para sus clases, podría ser interesante -argumenté- ¿yo podría ver esos dibujos? Es para saber qué poses os gustan y adaptarme.

- ¡¡¡Noooooooo!!! -fue la unánime respuesta coreada por todas y Mónica agregó -Tú no te preocupes, ya te indicaremos nosotras cómo queremos que te pongas. 

- Pues deseando estoy de ver qué me depara vuestra imaginación -concluí quitándome la toalla y quedándome totalmente desnudo. Al colocarla en un taburete vi que tenía la polla bastante morcillona. La conversación me había resultado muy excitante y así las chicas tendrían más que dibujar.


Las poses largas fueron bastante relajadas. Estuve tumbado en la hamaca, sentado en un taburete y recostado en el puf. Unos veinte minutos en cada pose para que me dibujasen con más detalle, así que ese día no dio tiempo para nada más.

Me resultó más aburrido que los posados cortos y curiosamente, más cansado. Mira que estaba cómodo, pero cuando llevas diez minutos sin moverte no hay nada que sea completamente cómodo y a lo último tenía bastantes calambres. En ese momento entendí que lo de ser modelo vivo es una profesión que tiene un mérito que no se reconoce lo suficiente y que está rodeada de un morbo injustificado en la mayoría de las ocasiones.


- Muchas gracias Alberto. Nosotras ya hemos terminado por hoy. Ahora podemos darnos un chapuzón y luego preparar una merienda cena -anunció Mónica. 

- Genial me vendrá bien porque estoy un poco anquilosado. Tengo que perfeccionar estas posturas que parecen fáciles y te acaba doliendo todo.

- Sé de qué hablas -confirmó Susana- las posturas más sencillas acaban siendo las más dolorosas.

- Todo depende del tiempo -dijo Conchita mientras se quitaba el pareo y se arreglaba el bikini.

- ¿Vais a bañaros todas en bikini? -pregunté al ver que todas lo habían estado usando en vez de ropa interior.

- Sí… -contestaron extrañadas de la pregunta.

-  Ah, lo hacéis por si aparece el marido de Mónica ¿no? Porque a mí ya me tenéis en bolas.

- ¿El marido de Mónica? -preguntó Conchita.

- Sí, le advertí a Alberto que mi marido estaría por aquí -explicó Mónica-. Era una mentira para que no vinieses muy lanzado. Estoy divorciada.

- Siempre voy lanzado -dije riendo-. El que estuviese tu marido me daba incluso más morbo.

- Ya, la lo vi. 

- ¿Y cuando estáis vosotras solas también os bañáis en bikini? -seguí preguntando.

- Sí… -volvieron a contestar más extrañadas todavía.

- Pues a mí me encanta nadar desnudo y ya que me habéis visto desde todos los ángulos posibles, seguiré así si no os importa. Ya me pondré el bañador luego.

- Claro, tu estate como mejor te sientas, faltaría más -concedió Mónica.

- Gracias, pero insisto en que nadar desnudo es un placer que cuesta bien poco darse.

- Ni estando sola en la piscina nado desnuda, es una costumbre, me sentiría rara -terció Susana.

- ¿Lo has probado alguna vez? -insistí.

- No.

- Pues hazlo y después hablamos.


Se metieron las cuatro en la piscina con sus respectivos bikinis, ninguna picó. Estuvimos un buen rato hablando de cosas triviales, las vacaciones y todo eso. Me preguntaron por Mallorca, sitios recomendables y todo eso. Luego Mónica anunció que iba a preparar la merienda y acabaron saliendo todas.

No había ducha, en su lugar empleaban una manguera con las que remojaban unas a otras para quitarse el cloro. Cuando yo salí empecé a hacerlo sólo, pero enseguida Fátima se ofreció a ayudarme y yo accedí encantado mientras me giraba para que ella dirigiese el chorro a todos los recovecos de mi cuerpo. Creo que disfrutó tanto de hacerlo como de pintarme… y yo también.

Ya secos y en bañador, me resistí todo lo que pude pero al final me lo puse, nos dispusimos a dar cuenta de todo lo que habían preparado para la abundante merienda cena. Ellas iban comentando los dibujos pasándose los blocs de una a otra. Yo que soy un negado para todo eso me quedé muy sorprendido de lo bien que me habían captado, en ocasiones con muy pocos trazos. Y sobre todo me llamó la atención su técnica.


- ¿Cómo es que utilizáis rotrings para dibujar? Ya me llamó la atención ver que Marta los empleó para dibujarme el día de la prueba. Yo es que pensaba que sólo se usaban para dibujo lineal.

- Marta es una especialista en los rotring, ella es la que nos ha iniciado -me contestó Conchita-. Van muy bien para los dibujos rápidos, para las sombras… proporcionan un trazo suave muy agradable. Es como dibujar con plumilla pero más fácil.

- ¿Y cómo es que dais clases con modelo al natural? En las actividades de asociaciones como la vuestra creo que no es muy normal -seguí preguntando.

- Fue una coincidencia -volvió a contestar Conchita-. Teníamos “in mente” la imagen típica de las clases de dibujo con modelo y nos daba mucha curiosidad ese tema. Se lo preguntamos a Marta y ella se rió, nos dijo que eso era más típico en academias con cursos más avanzados no en en una clase de iniciación con aficionados, pero insistimos en que queríamos probar. Un día, cuando habíamos desechado la idea, nos dijo que tenía la oportunidad de traer una modelo y nosotras encantadas. La experiencia fue bien y la chica vino varios días. Evidentemente luego dijimos que ahora tocaba un tío y trajo a Jaime, ese que tú conoces. Tanto uno como otro hacen precio especial, de lo contrario no les podrían llevar a una asociación como la nuestra.

- Bueno, ahora que vosotras le habéis cogido el tranquillo a esto de posar… -comenté como sacando el tema como por casualidad.

- Calla, calla -se apresuró a negar Susana, que parecía la más tímida-. Una cosa es hacerlo aquí entre amigas y otra en una clase a la que va gente de tu barrio. No, no, me moriría de vergüenza. No todos somos exhibicionistas como tú.

- Bueno, ahí discrepo. Todos somos exhibicionistas aunque algunos lo asumimos más que otros, pero a todos nos gusta que nos digan que bien te queda ese peinado o esa camisa o esos pantalones… y eso implica que te gusta que te miren y te sentirías defraudada si no lo hiciesen.

- Pero eso no es lo mismo -protestaron todas porque se sintieron aludidas.

- Es exactamente lo mismo, la única diferencia radica en normas impuestas socialmente, no naturalmente. Es más, si conservas el anonimato estas normas se relajan drásticamente. Twitter está lleno de chicas normales que cuelgan fotos desnudas pero ocultando la cara. Y tienen miles de seguidores. Todos somos exhibicionistas pero necesitamos la desinhibirnos para demostrarlo. Algunos no se desinhiben nunca, otros necesitan anonimato en mayor o menor medida y otros están totalmente desinhibidos.


Creo que no las convencí pero las dejé pensando y confiaba que en la próxima sesión estuviesen más desinhibidas y, por lo menos, no pensasen que yo era un bicho raro. Así que la siguiente vez fui mucho mucho más tranquilo y confiado.

Nada más llegar me percaté que a ellas les pasaba lo mismo, más que nada porque casi sin dejar tiempo para desnudarme empezaron a pedirme posados bastante más explícitos y largos. Dejé la ropa en el mismo rincón del otro día pero me acerqué a ellas sin colocarme la toalla porque ya estaban preparadas con los blocs en un lado del puf.

Me pidieron que me sentase con las piernas abiertas de manera que quedaba claro que querían centrarse en la polla. Les pedí un poco de tiempo y empecé a meneármela. Eso las sorprendió “Así tendréis algo más que dibujar” expliqué y me dieron las gracias con un gesto comprensivo mientras intercambiaban entre ellas miradas cómplices. Después de unos veinte minutos que se me hicieron largos llegó el primer descanso.


- Buena idea lo de menearte el pito, se nota la diferencia -comentó Mónica.

- Gracias -contesté mirando los dibujos que habían hecho y quedándome complacido con los resultados.

- Oye ¿y podríamos dibujar una erección tuya? -preguntó Conchita- Ya que estamos…

- Pues sí, pero me tendríais que ayudar vosotras. A mi edad ya me cuesta empalmar.

- Ayudar ¿cómo? -preguntó Fátima.

- Pues meneándome vosotras la polla, por ejemplo.

- Ah bueno… ya veremos -respondió.


Después de eso me pusieron del revés en el puf, de rodillas, con las piernas separadas y el culo en pompa. Ya lo vería luego en los dibujos pero debería parecer una escena porno gay en la que no sólo se apreciaría el culo totalmente abierto sino mi escroto, más bien grande, en primer plano. Parecía que en esta sesión las chicas se habían propuesto poner a prueba mi exhibicionismo. Si estaban buscando mis límites les iba a costar encontrarlos.



La siguiente postura fue más original y más incómoda. Tumbado de espaldas en tres banquetas, una en el culo, otra en la espalda otra en la cabeza. Me quedaban las piernas colgando, bastante espatarrado y la polla expuesta en una postura bastante obscena, casi más que la anterior.

Me acaricié la polla para darle un poco de alegría y el efecto parece que fue positivo porque alguna comentó “Sí, sí, así”. Entonces dejé caer los brazos hasta que las manos rozaron el suelo y dejé que me dibujasen tal cual estaba, totalmente desmadejado.

Acabé algo dolorido porque la postura era bastante antinatural. Cuando por fin llegó el descanso largo me levanté de las banquetas, me costó, y me dirigí a meterme en la piscina a ver si el agua me ayudaba a descontracturarme.



- Ven, déjame que te de un masaje en esa espalda -me dijo Fátima cogiéndome de la mano.


Me tendió boca abajo en el puf y ella de rodillas a mi lado me masajeó las cervicales, los hombros, toda la columna y hasta los muslos. Más tarde me enteré que ella era fisioterapeuta y la verdad es que me dejó como nuevo. Estuvo mucho tiempo conmigo, tanto es así que las chicas acabaron charlando en ese descanso alrededor nuestro y alguna hizo algún apunte de ese masaje.


- ¿Qué tal? -preguntó Fátima.

- Fenomenal -contesté-. Tienes unas manos fabulosas.

- Y eso que aún no has probado el final feliz -dijo una, creo que Susana. Las risas de las demás me confirmaron que iban de broma pero preferí hacerme el tonto.

- ¿¡Final feliz!? ¿De verdad? -pregunté dándome la vuelta. Estaba empalmado.

- Claro ¿cómo lo prefieres manual o bucal? -prosiguió Fátima continuando la broma.

- Bucal, siempre bucal, manual ya me lo hago yo.

- Anda tonto, que sabes que es una broma, vete a darte un baño y vas a ver que te he dejado la espalda como nueva -concluyó Fátima.

- No, antes tengo que ir al baño, lo que no sé cómo voy a hacer pis ahora con la polla así.

- Oye, pero procura que no se te baje al mear, que así está ideal para dibujarla -me gritó Conchita cuando me estaba metiendo en la casa.

- ¡Seréis cabronas! -contesté resignado provocando sus risas.


Cuando volví ellas estaban en la piscina y emitieron a coro un “¡ooohhhh!” de decepción cuando vieron que mi pene había vuelto a su estado retraído. Me zambullí en medio de ellas salpicándolas. En contra de lo que pudiese parecer, el que se estuviesen metiendo así conmigo me hacía sentir bien. Indicaba que íbamos adquiriendo confianza mutua y ellas se sentían capaces de hacer bromas pícaras conmigo.


- Bueno, ya en serio ¿qué tal está yendo la sesión de hoy? ¿Te estás cansando mucho? -me preguntó Mónica.

- Lo de las tres banquetas es una tortura china. Los dibujos merecerán mucho la pena, pero acabas descuajeringado. Probadlo y veréis.

- Lo hemos probado. Las cuatro hemos posado así -dijo Susana-. Eres un quejica.

- ¿Habéis posado así?

- Sí.

- ¿Las cuatro?

- Sí.

- ¿Y el coño queda muy abierto?

- Bueno, el interior de la vagina no se ve, pero los labios quedan perfectamente destacados. Son unos dibujos… curiosos -explicó Mónica.

- Pornográficos -puntualizó Fatima

- ¿Puedo verlos?

- ¡No! -dijeron las cuatro.

- Vaya, pensé que teníamos confianza -dije simulando frustración.

- ¡Ah! Tú eres exhibicionista, nosotras no, por mucho que nos intentes convencer -dijo Conchita.

- Ya, ya, pero es que además de exhibicionista soy mirón. Mirón frustrado por cierto -confesé.

- Tú has venido aquí a que te veamos y te dibujemos ¿no? ¿O es que querías también vernos a nosotras? -preguntó Mónica.

- Yo he venido aquí a pasármelo bien haciendo lo que me gusta y eso ya lo he hecho. He de deciros que me he sentido muy bien posando para vosotras. Lo otro… bueno, no lo descartaba. Nunca lo descarto y… a veces pasa.

- Ya, como esas situaciones que escribes en tus relatos ¿no? -me preguntó Conchita.

- Exacto. La mayoría de mis historias surgen simplemente porque intento poner de mi parte lo posible para que pasen y luego dejo que ocurra sin descartar nada.

- He leído algunos ¿quieres decir que no son pura fantasía? -insistió Conchita.

- Mi siguiente relato será sobre estas sesiones. Vosotras mismas podréis juzgar lo que es fantasía y lo que no.

- Una clase de dibujo, aunque sea con un modelo desnudo, no da para una historia porno -argumentó Fátima.

- Porno no, pero erótica sí. La primera sesión fue más light pero en esta hemos subido el tono. Me he exhibido delante vuestra en posturas obscenas, tú misma me has dado un masaje que me ha provocado una erección y ahora aquí estoy desnudo y excitado en una piscina con cuatro chicas con las que fantaseo sobre cómo tendrán esos coños que no me dejan ver.

- Excitado no -protestó Conchita.

- Excitado sí -respondí yo apoyándome con los brazos en el borde de la piscina y pegando un salto para sentarme en él. Las chicas se quedaron sorprendidas mirando mi polla erguida.

- Chicas -empezó a decir Fátima-, creo que Alberto se ha ganado ver nuestros dibujos.

- Es cierto -corroboró Mónica y ninguna la llevó la contraria.


Salimos de la piscina y nos sentamos alrededor de la mesa de jardín. Ellas estaban en bikini y yo seguía desnudo. Trajeron los dibujos y los juntaron. Cuando me los empezaron a enseñar yo no sabía ni quién era la autora ni quién la dibujada. Al llegar a las láminas de los coños abiertos en la banqueta las aparté y puse una al lado de otra para tener una visión de conjunto. Algunos dibujos tenían un sorprendente detalle. Como había tres de cada el primer reto fue juntarlos. Las chicas miraban divertidas cómo resolvía el rompecabezas. No era una tarea sencilla. Cada una dibujaba con su estilo y el mismo coño plasmado por una u otra resultaba bastante diferente. Al final concluí.


- ¿Es así? -pregunté señalado los cuatro grupos de tres coños que había hecho.

- Sí, ya nos has visto el chocho a todas -Se adelantó a decir Susana.

- ¿Y quién es quién?

- ¡Ah! Eso no te lo vamos a decir -contestó la misma Susana- ¿verdad?

- Verdad -responieron las otras tres.

- Ummm, creo que lo podría adivinar -me aventuré.

- Imposible -dijo Conchita-, ni sabes cómo tenemos el coño, ni sabes cómo dibujamos cada una. La que lo adivinaría seguro es Marta.

- ¿Marta? -pregunté.

- Sí, ella sabe cómo dibujamos cada una. Identificaría quién ha hecho cada dibujo y la que falta es la que posaba -explicó Fátima.

- Bueno, mi técnica es distinta,  yo lo que puedo identificar es a quién pertenece cada coño -fanfarroneé.

- ¿Sin haberlo visto nunca? -se extrañaron.

- No los he visto pero los he imaginado. Mientras que posaba desnudo para vosotras yo os desnudaba mentalmente. La verdad es que suelo acertar y viendo vuestros dibujos creo que sé quién es cada una.

- Es imposible -volvió a decir Conchita-. Si aciertas es por casualidad.

- ¿Nos apostamos algo?

- ¿Como qué? -preguntó Mónica con repentino interés.

- Pues si acierto en a quién pertenece un coño la dueña me deja que le quite las bragas y me permite verlo bien.

- ¿Y si fallas?

- Pues no sé… ¿qué os gustaría que hiciese? Podéis pedir lo que queráis.

- ¿Lo que queramos? -dijeron casi al mismo tiempo.

- Ponedme a prueba.


FIN


Pero no os preocupéis, la historia continúa en: “¿De quién es este coño?”


Espero que la historia te haya gustado y que antes de irte dejes un comentario, eso me ayuda mucho en mi labor.

Si además lo haces también en tus redes sociales te estaré muy agradecido.

3 comentarios: