martes, 21 de mayo de 2019

Analema_de_Zas 12 (Final)



Capítulo 12, Pudín de cabracho

Domingo 14:10



Cuando terminaron de ducharse y vestirse ya era la hora de comer. Los dos estaban hambrientos, así que recogieron todo lo rápido que pudieron, dejaron la casa como la habían encontrado, la llave en un hueco de la leñera, como Zas había acordado con el dueño y bordeando la bahía se fueron en coche hacia Santander.

¿Has probado el pudín de cabracho? –preguntó Zas.
- Sí, muy rico.
- Hoy vas a comer el auténtico.

Aparcaron detrás de los Jardines de Piquío y fueron directamente al restaurante La Sardina. Era domingo a mediodía, el restaurante estaba lleno y había gente esperando en la barra. Zas se acercó a un camarero que en ese momento estaba repasando el libro de reservas.

- Buenos días. Tengo reservada una mesa para dos a la 14:30. Siento el retraso.
- No se preocupe, hoy también vamos nosotros con retraso. Si se acerca a la barra les invitamos a un aperitivo mientras esperan.

Apenas habían empezado las dos copas de vino blanco y las tapitas que les ofrecieron cuando les avisaron que su mesa estaba lista.

La Sardina era un restaurante que estaba de moda en Santander. Decorado con ambiente marinero se especializaba en pescado. Fueron los creadores del pudín de cabracho. Receta que mantuvieron en secreto durante años y que después intercambiaron por otra con el restaurante Cabo Mayor, de Madrid. A partir de ahí la receta se difundió y hoy es muy habitual que la sirvan en muchos restaurantes… preparada a base de surimi sustituyendo al cabracho.

Tomaron un entrante a base de, cómo no, pudín de cabracho, auténtico, un rodaballo como plato principal y quesada pasiega de postre. El verdejo fue un complemento ideal que la vallisoletana Analema supo apreciar.

Después de comer fueron a dar un paseo por la playa. El Sardinero con marea baja es enorme. Zas con los pantalones remangados y los dos con los zapatos en la mano recorrieron la orilla de punta a punta mientras las olas les mojaban los pies.

- Ha sido increíble –dijo Analema- pero ¿qué pasará ahora?
Tú volverás a tu vida, yo a la mía y nos seguiremos viendo por Internet hasta que surja otra ocasión de quedar.
- ¿Tú crees que será como antes?
- No, como antes no. Antes había más misterio, ahora eso lo hemos sustituido por conocimiento. El misterio le hace mucho bien a las relaciones virtuales. Nuestra imaginación juega a favor de la gente que nos cae bien y en contra de los que nos caen mal. Ahora tenemos menos que imaginar porque nos conocemos muy bien. Nos hemos mirado a la cara, nos hemos tocado, sabemos a qué olemos cuando estamos asustados…
Calla, calla, no me lo recuerdes. ¿Me podrás perdonar?, ¿no sé qué me pasó?
Analema, eso ya lo hemos hablado. Quería llevarte hasta el límite pero no cruzarlo. Calculé mal.
Pensaste que era más fuerte.
No, no es eso. Pensé que yo tenía más controladas las situaciones. Tengo que replantearme ciertas cosas.
Yo quiero seguir siendo tu sumi.
Claro, pero no me refiero a eso. Mira, siempre he tenido a gala ser un amo distinto. Menos físico, más psicológico. Superar mis pruebas requiere más fuerza mental que resistencia al dolor. No dejo de pensar que me he equivocado. Que tú estás aquí para divertirte, con tu dosis adecuada de dolor, excitación y placer. Y yo estoy por lo mismo, con mis dosis adecuadas de dominio y también excitación y placer. Eso lo podemos conseguir con lo que hemos hecho esta mañana. No hacen falta más películas.
- Zas, lo de esta mañana me ha encantado. No te voy a engañar. Me he sentido sometida, entregada, te he dado placer y me lo has dado tú. Ha sido todo muy satisfactorio, quizás más en consonancia con lo que esperaba al venir aquí. Pero lo de los días anteriores… bueno, si en realidad sólo ha sido un día, pero tan intenso… Zas, nunca lo olvidaré. He pasado miedo, muchísimo en las situaciones puntuales de los escenarios que has creado. No te plantees ahora si eso ha estado bien o mal, porque si lo hubieses hecho hace dos días quizás no hubiese vivido esto y no me lo perdonaría.

Volvieron hacia el coche. Analema tenía que coger el tren a Valladolid. No quiso que Zas la llevase hasta su casa. Para él apenas hubiese supuesto un pequeño cambio de trayecto. Volver a Madrid por Valladolid era más largo que por Burgos, pero había mejor carretera. Él lo hubiese preferido, pero no quiso insistir.

Se despidieron en la estación de Santander. La próxima vez se verían por Internet. No sabía si la relación amo – sumisa se mantendría mucho tiempo. Después de este fin de semana el marco de la relación quedaba por definir. Pero eso ya era otra historia.


- FIN -






Epílogo 


            Han pasado trece años desde aquel fin de semana y aún lo recuerdo como si acabase de pasar. Merche me dice que a ella le ocurre lo mismo.

            Nos seguimos llamando esporádicamente y felicitando las navidades, pero nuestra relación amo-sumisa terminó algunos meses después de aquel encuentro. La intensidad de aquel fin de semana nos marcó a los dos y desde entonces la relación virtual nos sabía a poco.

            Ella dejó de ser sumisa. Abandonó el BDSM. Yo tardé un poco más, pero ahora también me tomo las cosas con más tranquilidad.



Palma de Mallorca, 6 de junio de 2018

Índice


Espero que no te resultase lioso leer la historia por partes y que te haya gustado. Confío en que antes de irte dejes un comentario, eso me ayuda mucho en mi labor.
Si además lo haces también en tus redes sociales te estaré muy agradecido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario